Barcelona
Melodramas de lujo por Enrique Miguel RODRÍGUEZ
El 8 de octubre de 1992, los Reyes de España inauguraban el museo Thyssen. Varios años de negociaciones con distintos gobiernos, el impulso de la Corona, la gran labor del Conde de Barcelona y la Infanta Pilar y su fallecido esposo Luis Gómez Acebo hicieron posible que una importantísima colección de pintura se quedara definitivamente en nuestro país. Gran regalo para Madrid y para España. Ya sé que me dirán que buen dinero costaron los cuadros. Lo cierto es que la compra se hizo a muy buen precio y que el resultado ha sido magnífico. En estos veinte años el museo se ha convertido en un referente mundial, que trae a Madrid un turismo de gran nivel. Ha cerrado el triángulo del arte, junto al Prado y el Reina Sofía. Casi 800.000 personas lo visitan anualmente. La ampliación que acoge la colección privada de la baronesa y las exposiciones temporales son –ayer se inauguró la dedicada a Paul Gauguin para celebrar el XX aniversario– ejemplos de la fuerza del museo.
Todo lo logrado por tantos no hubiese sido posible sin el deseo de Carmen Cervera de que los cuadros de la familia Thyssen se quedaran en España. Convenció a su marido, que tenía ofertas más sustanciosas. Negoció y convenció a los hijos del barón para que cedieran, lo que era la mayor parte de la herencia. Por todo ello, le debemos gratitud a Tita. Pero, siempre hay un pero, el éxito en lo artístico no se refleja en su vida familiar. Está a punto de sentar a su hijo y a su nuera en el banquillo de los acusados. Las dos caras de la moneda. Como el título, una vida la de la baronesa que es un melodrama de lujo.
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