Estreno
Magnani y Rossellini Mamma mia
Hasta que una sueca los separó, la suya fue una relación al rojo. Él era un director de éxito y ella pura pólvora mediterránea.
Del incendio de Minerva, la productora de «Roma, città aperta» (1945), se salvó misteriosamente la carta que le envió Ingrid Bergman a Roberto Rossellini. En ella, le decía: «Estimado señor: Vi sus películas "Roma, ciudad abierta"y "Paisá", que me gustaron muchísimo. Si necesita a una actriz sueca que habla muy bien inglés, que no ha olvidado el alemán, que no es muy comprensible en francés y que en italiano sólo sabe decir "ti amo"estoy dispuesta a ir a Italia para hacer una película con usted. Ingrid Bergman». Detrás del revuelo mediático, de los múltiples titulares celebrando el encuentro y el escándalo internacional que siguió al idilio entre la actriz sueca y el director italiano, durante el rodaje de «Stromboli» (1946), aparece un cono de sombra, ese lado oscuro en el que apenas se vislumbra la imagen del perdedor: la gran actriz Anna Magnani.
Como canta Abba: «El ganador se lo lleva todo. El perdedor empequeñece ante su victoria». Tan cierto como que, con el paso del tiempo, la historia ha difuminado el idilio que mantuvieron Anna Magnani y Roberto Rossellini, que se enamoraron durante la preparación de «Roma, città aperta».
Por entonces, el embrollo que vivía la Magnani era espectacular. Estaba en trámites de separación de su marido, el director teatral Goffredo Alessandrini, y mantenía al mismo tiempo una atormentada relación con el actor Massimo Serato, con quien había tenido un hijo, al que reprochaba a gritos su indiferencia en el plató de «Roma, cittá aperta». Las peleas y gritos de una colérica Magnani se repetían ante la mirada atónita de Rossellini, que comenzaba a formar parte de aquel triángulo de cuatro lados.
Como cuenta Carlo Lizzani en «Celluloide» (1995), filme basado en las crónicas de Ugo Pirro, tras una trifulca en el plató, salió Anna corriendo desesperada detrás del coche de Massimo Serato. Una imagen desoladora de la diva italiana que utilizó al final del filme, cuando Pina corre gritando detrás del camión que se lleva a su marido y los soldados nazis la ametrallan.
Rossellini fue el amor de su vida. Fueron amantes desde 1945 hasta 1948, año de la irrupción de Ingrid Bergman, que la dejó en un estado de abatimiento, superado por su trabajo con Visconti y la conquista del primer Oscar a una actriz italiana por su interpretación de «La rosa tatuada» (1955), de Tennessee Williams. Al igual que el resto de las relaciones amorosas de «Nannarella», apodo cariñoso de la Magnani, éste lo vivió con una intensidad afectiva volcánica, como su dramática interpretación de una mujer desesperada por el abandono de su amante, en el monólogo de Jean Cocteau «La voz humana», filmado por Rossellini poco antes de comenzar su idilio con Ingrid Bergman.
Sobre el volcán
Amargada por los celos y enfurecida por la traición de Rossellini, Anna Magnani aceptó rodar «Volcano», réplica de la película que estaba rodando Rossellini con su rival Ingrid Bergman, como venganza. El guión de «Stromboli» lo había escrito a la medida de la Magnani, pero fue adaptado para Bergman. La prensa amarilla internacional tuvo nuevos motivos para insultar a la inicua Bergman y apoyar a la pobre «Nannarella». Lo irónico de esta historia ocurrió el día del estreno de «Volcano» en el Cinema Fiamma. En el intermedio, Magnani se percató de que los periodistas habían abandonado la sala en masa. Hecha un basilisco, preguntaba a gritos por qué se habían ido, hasta que alguien se atrevió a decirle que habían ido a cubrir el nacimiento del hijo de Ingrid Bergman en el hospital.
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