Barcelona

Cáritas al rescate del parado

Cáritas al rescate del parado
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Madrid- No es fácil pedir ayuda, la vergüenza se interpone. «Que una persona reconozca que de un día para otro has pasado de tener trabajo a rozar la exclusión social es un problema muy difícil de asimilar», afirmó ayer Sebastián Mora, secretario general de Cáritas Española. El paro se está convirtiendo en el origen de la exclusión social en nuestro país y de su cronificación. Así la labor tanto de la organización de la Iglesia (Cáritas) como la Asociación San Rafael, Fundación Prahu y otras entidades se está convirtiendo en el pilar de la ayuda social: «Son tiempos difíciles, de austeridad. El desempleo sigue aumentando mientras las políticas sociales decrecen», insiste Mora.

En este difícil contexto y con los negativos datos del paro que se esperan hoy, Cáritas anunció ayer que sus servicios de apoyo al empleo y la formación atendieron a lo largo del año pasado a 80.417 personas, de las que más de 13.000 consiguieron un puesto de trabajo tras cumplir con alguna de las 680 acciones formativas que propone la entidad. «Cada una de las personas que se han acercado a nuestros centros tienen su propia historia y todos buscan oportunidades laborales», aseguró en la presentación de la Memoria de Empleo 2011 el responsable de Migración, Empleo y Comercio Justo de la organización, Félix Miguel Sánchez. En un repaso detallado de los que se acercan a las áreas de empleo de Cáritas, Sánchez describió el perfil del demandante como mujer, inmigrante, de entre 25 y 45 años y con bajo nivel de formación. Una semblanza similar a la de años anteriores. No obstante, entre todas las cifras, destaca una que desde 2009 no ha dejado de crecer: la de españoles que se encuentran en situación de exclusión social ha ascendido un 15 por ciento. Hace tres años, el porcentaje rondaba el 25, mientras que en 2011 casi alcanza el 40. El coordinador del estudio da con la clave: «La crisis cada vez se lleva por delante a más gente».

Eva María Domínguez, directora de Proyectos de la Fundación Randstad, en Madrid, coincide en la valoración de Sánchez: «En la actualidad el porcentaje de usuarios con nacionalidad española es muchísimo más elevado que el de personas de otras nacionalidades, que, en muchos casos, han optado por volver a su país ante la difícil situación económica que atraviesa nuestro país», explica. La fundación que ha creado la empresa de trabajo temporal de forma paralela a su labor lucrativa también ayuda a las personas más desfavorecidas. En 2010, más de 12.000 inmigrantes trabajaron gracias a su mediación. Mientras a Cáritas se acercan sobre todo mujeres y jóvenes, a la Fundación Randstad acuden parados de larga duración, así como «personas con cualificación muy baja», añade Domínguez. La limitada educación también es una de las constantes que aprecian desde Cáritas entre las personas que buscan trabajo. Ocho de cada diez personas no superan el nivel de ESO. Aún así, para poder acceder a los cursos «les hacemos una prueba de lengua y otra de matemáticas», insiste Pilar Navarrete, responsable de formación de Cáritas Madrid.

En la capital es donde se crean más puestos de trabajo al año, por eso sus datos son mejores que la media global. «El 40 por ciento de las personas que participaron en los 71 cursos de formación que impartimos el año pasado encontraron trabajo. Más de 1.000 personas», explica la responsable. Las actividades que ofertan desde su sede buscan amoldarse «a lo que la calle demanda. Ahora preparamos a mucha gente para trabajar como teleoperadores, conserjes, carretilleros... pero el curso que se centra en habilidades domésticas es uno de los más demandados. Se imparte semanalmente». Astrid Salas, de la empresa Asyco, colabora con Cáritas desde hace 6 años y es la responsable de poner en contacto a las familias que buscan una persona para que trabaje en su casa con los parados que se forman en la entidad de la Iglesia. «En los cursos se les enseña a planchar, a cocinar, a colocar mesas, pero sobre todo se les insiste en la dignidad de este trabajo. Lo que más se sigue reclamando, a pesar del bajón de los sueldos por la crisis, es el trabajo de personal interno. Se prescinde de las horas sueltas. Sin embargo, cada vez más hombres se interesan por estos cursos porque los ancianos que se quedan solos prefieren la fuerza masculina», dice Astrid.

Desde Cáritas insisten: «Se está pidiendo un esfuerzo a los más débiles y nos preocupa que, por los ajustes, nos convirtamos en una red paralela al Estado, en especial en lo que se refiere a la salud de los inmigrantes».

En primera persona
Fernando / parado de larga duración
«He trabajado 48 años y ahora no tengo nada»

La vida de Fernando, de 62 años, es la historia de muchos parados que han visto cómo la caída de la construcción ha truncado sus vidas: «Trabajo desde los 14 años. Me dedico a las reformas, pero ahora sólo me salen trabajos esporádicos y muy mal pagados», explica. Pero sus problemas no terminan ahí, después de 42 años casado, se ha separado y «no sé ni freír un huevo». Pero no se rinde y, después de formarse en habilidades domésticas, «voy a prepararme como conserje».
 

Sor Concepción López / Centro San Rafael
«Ayudamos a más españoles que extranjeros»

En 1985, sor Concepción, de las Hermanas de la Caridad, fundó el Centro de Acción Social San Rafael, en el madrileño Barrio del Pilar. Su oferta de servicios a parados y personas en riego de exclusión ha crecido en proporción a las colas que se forman en sus puertas. «Atendemos a 2.500 personas al año», dice la religiosa. «Y cada vez atendemos a menos inmigrantes y a más españoles», añade. Servicios jurídicos y de mediación laboral, cursos de formación... Gracias a este centro, 114 personas consiguieron trabajo, informa J. V. Echagüe
 

Julián Villalobos / fundación prahu (Barcelona)
«Colocamos a uno de cada cinco»

Prahu nació en 1995 en Barcelona, a partir de un grupo de oración, como una fundación para apoyar a parados. «En 2011 le encontramos trabajo al 20% de las 4.500 personas que se apuntaron a nuestra bolsa», explican sus impulsores. Casi no tienen ayudas públicas, pero ofrecen un curso oficial de auxiliar de geriatría «que coloca a muchos porque tenemos un convenio con 160 centros geriátricos».