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OPINIÓN: El fin de la mediación
Entre las cuestiones que pone sobre la mesa el caso Wikileaks, se encuentra la de la suspensión de toda mediación entre el dato y el lector. Wikileaks puentea a los medios tradicionales de difusión de información y pone las cosas todas juntas al alcance del receptor. Este fin de la mediación es también el fin del periodismo tal y como lo entendemos. Y es que una de las cosas básicas que caracteriza al periodismo es la conciencia de que la información debe ser seleccionada. La propia selección ya es ideológica. Pero lo contrario sería un caos donde cualquier cosa tendría el estatuto de noticia. El periodista debe mantener ahí un equilibrio ético. Con el caso Wikileaks esta función clave del periodismo está siendo desmantelada. Y lo más grave es que en muchos medios tradicionales que se hacen eco del fenómeno esta falta de criterio de selección se ha convertido en moneda común. En la portada de algunos periódicos «comprometidos» se reproduce, por ejemplo, ese archivo de cotilleos internacionales poniéndolo todo al mismo nivel, tanto las ventas de armas entre países «enemigos» como las miradas esquivas de Pepiño Blanco al dar la mano. En estos medios se produce, sin embargo, una falsa sensación de transparencia o de ausencia de mediación. Porque desde luego la mediación siempre está, aunque se presente bajo la imagen de la arbitrariedad. Lo curioso es que todo está supuestamente a nuestra disposición. Ya no habría noticia, ni novedad. Pero los periódicos lo han entendido de modo diacrónico y temporal. Y cada día nos salen con una cosa nueva que ya no es tan nueva. La mediación y elección de la información se han convertido ahora en temporización y dosificación.
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