Europa
OPINIÓN: Revolución burguesa
Reconozco que soy de los que mantenían un profundo pesimismo ante las posibilidades de los países árabes y/o islámicos de convertirse en sociedades democráticas homologables.
No se trata de ningún prejuicio racial o religioso. Conozco bien ese mundo e incluso aprecio aspectos suyos. Mi pesimismo viene de la imposibilidad democrática de una cultura enraizada en muchos casos en el Estado religioso con unas normas «divinas» que conforman y condicionan toda su vida, desde la cocina al trato -intolerable casi siempre-hacia las mujeres, sumidas en una vergonzante minoría de edad paternalista en el mejor de los casos-.
No puede haber sociedad democrática en la que la religión tenga algo que decir en el gobierno de los ciudadanos. Siempre pensé que los musulmanes a través del genio de Averroes y tantos otros tuvieron un gran Renacimiento (fueron los introductores del pensamiento griego), pero, ay, nunca tuvieron una ilustración, una revolución burguesa que arrinconara al Viejo Régimen y sus monarquías absolutas. El mundo árabe casi siempre ha vivido entre la dictadura republicana y el credo dictatorial.
Sin embargo lo que está ocurriendo ahora en Túnez, Egipto, Bahréin, Libia y otros países de ese entorno puede que cambie tópicos en este sentido. Esta es una de esas ocasiones en las que reconocería a gusto que he estado equivocado en mi pesimismo todos estos años. ¡Ojalá!
En cualquier caso, lo que está pasando no tiene que ver con lo que hemos vivido durante las últimas décadas, es decir, no es el asalto al poder de gobiernos teologales ni el intento terrorista de imponer el imperio teológico. Lo que sucede se parece mucho, desde la laicidad, a lo que comenzó a ocurrir en Europa hace más de dos siglos. A Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César.
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