«Los conserjes de San Felipe»: La Pepa más entretenida

El teatro de intención histórica puede tener el vuelo muy corto: cuanto más se empeña en ser documento fiel, más le cuesta brillar en lo dramatúrgico. En «Los conserjes de San Felipe», su autor, José Luis Alonso de Santos, ha sabido ver más allá de la efeméride celebrada –la redacción de la Constitución de 1812– para abrirnos las puertas a un Cádiz sitiado por los «gabachos» que no pierde la alegría y que está hecho de pueblo y tabernas. Al autor de «La estanquera de Vallecas» le gusta hablar por boca de quienes sufren cada época sin derramar lagrimas. Su retrato de la Guerra de la Independencia es un carnaval en el que conserjes y fregonas hartos de no cobrar urden un plan burdo para robar el célebre manuscrito. Alonso de Santos exhibe soltura, inteligencia y una prosa en forma, con canciones que hacen de esta producción del Centro Dramático Nacional una fiesta amena y colorida.

Un reparto joven pone voz y rostro con energía y buen hacer al pueblo gaditano. Con este material, el director Hernán Gené apuesta por lo esencial: Cádiz es aquí un juego de andamiajes y telas, y en su imaginación las balas vuelan sujetas por varillas. Tiene tablas en el terreno del clown y formación variada, y de hecho lo mejor del montaje, correcto por lo demás, llega con unas tronchantes marionetas de Fernando VII y Napoléon Bonaparte, que cumplen con la primera obligación del buen teatro: entretener.