Literatura

Hollywood

La gripe no pudo con Buffalo Bill

Buffalo Bill murió en la ruina al no poder hacerse cargo de los gastos de su circo.
Buffalo Bill murió en la ruina al no poder hacerse cargo de los gastos de su circo.larazon

En diciembre de 1889 llegó a Barcelona, tras cosechar numerosos aplausos y éxitos en París, el mayor espectáculo del mundo. Animales exóticos, indios, vaqueros y todo tipo de atracciones circenses se proponían como sorprendente propuesta para los barceloneses que empezaban a conocer la Renaixença. Al frente de ese montaje procedente de Estados Unidos se encontraba uno de los principales mitos del lejano y salvaje Oeste. Su nombre era William Frederick Cody, pero su leyenda pervive gracias a su alias: Buffalo Bill. Era la segunda gira europea del «Buffalo Bill's Wild West», además de ser la primera y única vez que pondría los pies en España.

Realidad y ficción
Aquella estancia, de alguna manera accidentada, ha inspirado historias de todo tipo. El escritor Jordi Solé ha transformado toda esa leyenda en una novela, «El revólver de Buffalo Bill» (publicada por Ediciones Pàmies). El libro fusiona realidad y ficción para narrar una historia de intriga en la que el héroe se ve implicado. Una de las mujeres indias del espectáculo, la hija secreta del mítico jefe sioux Caballo Loco, es raptada. Un joven e inteligente periodista llamado Pol Vidal será el encargado de descubrir los misterios que rodean al suceso, pero contando con la ayuda de Buffalo Bill. El libro retrata con mano maestra una época irrepetible con aroma a modernismo.

Solé, en declaraciones a LA RAZÓN, explicó que el Buffalo Bill que llega a Barcelona es «una gran estrella, como si fuera un actor de Hollywood, aunque todavía no ha llegado al punto más álgido de su fama. Es alguien increíblemente conocido, que ha recibido muchas condecoraciones. Me atrevería a asegurar que es el hombre más famoso del mundo en esos días. Su presencia en Barcelona sería comparable a la de un Brad Pitt o como cuando vino a rodar en la misma ciudad Woody Allen. La única diferencia es que Allen no quería Prensa a su alrededor y Buffalo Bill adoraba que se hablara siempre de él. Era una gran estrella y se comportaba como una "prima donna", como un verdadero ególatra».

Jefes de Estado, reyes y grandes personalidades de todo tipo se volcaron con el icono del Oeste. Pero en Barcelona todo era diferente. «No tuvo un buen recuerdo de la ciudad. Venía a Barcelona después de visitar grandes ciudades como París o Londres, donde todos querían verlo. Aquí se encontró con que las grandes personalidades eran el alcalde o los industriales del momento. Para alguien con un ego tan elevado como el suyo, aquello no era muy bueno. Tampoco le ayudaba mucho el haber declarado anteriormente que si le daban 30.000 sioux era capaz de expulsar a los españoles de Cuba», afirma Solé. A ello se le sumó una meteorología nefasta para un espectáculo al aire libre, así como un brote de gripe que incluso se llevó consigo al coronel Frank Richmond, jefe de pista del circo. «Se ha llegado a decir que algunos indios del espectáculo de Buffalo Bill murieron en Barcelona víctimas de la gripe. Según la fuente, se indica un cementerio diferente de la ciudad, pero no he encontrado nada que demuestre que esto fuera así. Es otra leyenda más», matiza el novelista.

Tampoco se ha podido confirmar otro mito sobre el pistolero en Barcelona. Se cuenta que, aquejado por un más que importante dolor de muelas, acabó dejándose visitar por un dentista barcelonés, que le sustrajo la pieza. Al parecer, en el Hospital de Sant Pau estuvo expuesta como un trofeo aquella muela hasta que un cazador de reliquias y mitos se la llevó para convertirla en objeto de culto privado.

Solé sostiene que finalmente los barceloneses asistieron a las funciones y que disfrutaron con un montaje que les resultó muy exótico. «A la gente le llamaba la atención, por ejemplo, que los indios no tuvieran pelos en la cara. Todo aquello era muy llamativo», dice el escritor. Igualmente la prensa barcelonesa de esos días dedicó varios artículos a Buffalo Bill y el espectáculo se convirtió en tema de publicaciones satíricas como «L'Esquella de la Torratxa».

La leyenda de William F. Cody siguió perviviendo, aunque acabó muriendo en la miseria por culpa de su mal ojo para los negocios. En este sentido, Solé cree que de todos los iconos del Viejo Oeste, fue Buffalo Bill a quien mejor le fue, con la excepción del sheriff Wyatt Earp: «Fue lo suficientemente listo para comprobar que el futuro no estaba en el Oeste, sino en el Este. Su tragedia es que no supo retirarse a tiempo y por eso acabó arruinado, al no poder hacerse cargo de los gastos de su circo».
Jordi Solé.
 

 

Un fracaso por todo lo alto
«En la segunda gira que hizo por Europa, en 1889, se detuvo en Barcelona para representar su espectáculo, después de haberlo hecho en el recinto de la Exposición Universal de París que inauguró la Torre Eiffel. En Barcelona, la compañía de Buffalo Bill y John Burke, formada por cuatrocientas personas, levantó su carpa en los descampados cercanos a la Diagonal. El éxito no le acompañaría. El debut tuvo lugar el 21 de diciembre y asistió muy poca gente (...) Los miembros de la compañía fueron cayendo víctimas de una epidemia de grite». (Extracto de «Mites i gent de Barcelona», 2006), de J. M. Huertas Claveria.