Andalucía

El PSOE botón de reinicio

La Razón
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El PSOE, de la mano de Rodríguez Zapatero, está volviendo a los orígenes. Y con esto no nos referimos al ardor izquierdista previo al Congreso de Suresnes, ni a la moda de las antiparras negras y los acampanados pantalones de pana. Con un próximo gobierno del Partido Popular en Extremadura y con unas elecciones en Andalucía que apuntan a una victoria por mayoría absoluta de Javier Arenas, el electorado socialista va a caber otra vez en el rumboso Renault «ocho latas» con el que Alfonso Guerra y otros pocos labraron el partido en los albores de la Transición.
¿Que es exagerado? Sólo hay que echarle un vistazo al mapa autonómico. Salvo el País Vasco, que gobiernan al alimón socialistas y populares, al PSOE únicamente le quedan los ocho millones de andaluces. Los mismos que, en su mayoría, votaron al PP en las últimas elecciones municipales y los mismos que en las encuestas oficiales del IESA –con cargo a la Consejería de Presidencia y varias cajas de ahorros– apostaban en más de un sesenta por ciento por un cambio de gobierno en la región. Esto es, que cuando Rubalcaba pierda las próximas generales y cuando el PP, muy probablemente, gane en Andalucía, el PSOE se habrá quedado reducido a la marginalidad de los núcleos rurales, como atrincherado en un trastero. Y entonces el último que apague la luz.
El Partido Socialista está sufriendo la factura pública a Rodríguez Zapatero, el gobernante de mayor chatura política que ha tenido este país. Pero también a una gestión de marca blanca, alejada de cualquier tipo de principio que pueda sustentar la confianza. Y menos confianza económica. Después de congelar las pensiones, de rebajar el sueldo a los funcionarios, de patrocinar graves casos de corrupción política como el de los expedientes de regulación de empleo en Andalucía, de llevar al país a una tasa masiva de paro –el triple que la Unión Europea– el discurso se le ha volatilizado al PSOE. Lo más grave es justamente eso. Que no tiene toma de tierra a la que atar un argumento. Todo son cortocircuitos y vientos en contra.
Ante esta situación, cuanto más tarde el PSOE en convocar elecciones a nivel nacional y regional más tiempo está perdiendo en el único empeño que le toca ahora: regenerarse y darle al botón de reinicio. Es difícil ponerse frente a una cornada de espejo, pero el PSOE tendrá que encarar la realidad. Lo dijo Griñán recientemente en el Parlamento: «La gente ha votado y pone a cada uno en su sitio».