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El hermano de Lenin que le costó la vida al zar
El ajusticiamiento de su hermano, Alexándr, fue uno de los motivos que encendió su alma revolucionaria y convirtió a Vladimir Ilich en Lenin. Una nueva biografía recuerda su historia
Los despertaron a las tres de la madrugada del 8 de mayo de 1871 para informarles de que en media hora se ejecutaría su sentencia. Permanecían encerrados en la fortaleza de Schlüsselburg desde hacía tres días. Nadie había previsto que para ahorcar a un hombre antes había que tener un patíbulo. Las peticiones elevadas para conmutar su pena no habían servido de nada. Los reos eran culpables de intentar matar a Alejandro III. No hubiera ocurrido nada si sólo hubieran ajusticiado a cuatro de los cinco condenados. Pero colgaron al quinto. Su nombre era Alexandr Uliánov, hermano mayor de Vladimir Ilich Uliánov, más tarde recordado como Lenin. «La historia de las decisiones de Lenin y su comportamiento en calidad de revolucionario y de jefe de gobierno no se pueden resumir en la palabra "venganza", pero lo que resulta indudable es que la ejecución de Alexandr fue el desencadenante», escribe Philip Pomper. El historiador publica «El hermano de Lenin» (Ariel), un acercamiento a una figura desconocida y un intento de explicar por qué una persona educada en el seno de una familia burguesa, asentada en los ideales de la Ilustracióna y con un carácter inclinado hacia la introspección, abandona los estudios y su brillante porvenir para volcar su talento en conspiraciones terroristas. «En junio de 1918, Lenin vengó a su hermano, y a muchos otros, al ordenar la ejecución del hijo de Alejandro III, Nicolás, su esposa y toda su descendencia por un pelotón de fusilamiento». Vladimir Ilich tenía diecisiete años cuando los verdugos suspendieron el cuerpo de su hermano del vacío. Hasta entonces, Volodia (Lenin) era un niño «inquieto y alegre, juguetón y agresivo, un destructor de la tranquilidad, mientras que sus hermanos mayores eran solemnes, serios y tenían un inmenso sentido del deber». Los testigos lo describen como «comunicativo y vivaracho, el más encantador» y el que «gozaba de mejor salud psicológica» de todos los hermanos. Esa noche se torció todo. La detención y juicio de Sasha «condenó a la familia al ostracismo. Rechazada por la sociedad de Simbirsk, se vio obligada a desarraigarse y trasladarse desde Kazán y Kokushkino hasta Samara». Este acontecimiento alteró su carácter. Cuando se separaron, su hermano y él estaban enfrentados por rivalidades de juventud. Al enterarse de su muerte, escribió: «No tenía por qué haber sido así, no por estos medios». Una de sus hermanas escuchó que decía: «No, no seguiremos este camino. Ése no es el camino a seguir».
La metamorfosisSe convirtió en el cabeza de familia (su padre había fallecido). El paso de adolescente a adulto fue para él instantáneo. «Sintió que tenía que igualar a Sasha. Sólo lo podría superar si continuaba su trabajo y alcanzaba el éxito allá donde Alexandr había fracasado. Volodia derrocaría a los Romanov y desarrolló un vasto e impresionante aparato teórico en torno a este núcleo emocional». La metamorfosis fue absoluta. «Se volvió reservado, se reía con menos frecuencia y era hiriente con las palabras», escribió uno de sus primos en 1887. Había más. «Recorrió el camino de Alexandr y adoptó el personaje del héroe nihilista. Volodia nunca dejó de ejercer la profesión que había elegido, la revolución, y se dedicó a madurar su venganza contra el régimen zarista y la sociedad burguesa». Pomper afirma que «ese hermano mayor fue la razón por la que Vladimir Ilich se convirtió en Lenin». Pero el futuro líder soviético discrepaba en algunos aspectos de Alexandr. «Él no tenía el mismo espíritu de sacrificio... tenía un carácter más sobrio, frío y calculador», apunta Maria Ilichna, otra de sus hermanas. Pero Lenin no estaba dispuesto a sacrificar su vida, como Sasha. En todo lo demás, lo superaría. «Nadie ponía más pasión que Lenin en el servicio de la causa». Sin embargo, los dos coincidían en algo: el fin justifica los medios. El resultado fue estremecedor: «Lenin sacrificó millones de vidas cuando creyó que esas muertes defenderían la causa y dejó un estado de cien millones de habitantes sumido en la pobreza».
Una paradoja de la historia Todo ha cambiado. Y la imagen que desprenden hoy los antiguos líderes de la URSS no escapa a los juicios de la historia. Pomper anota en su libro el comentario de un amigo ruso: «En la época soviética, Sasha (en la imagen de abajo) fue un mártir revolucionario, pero ahora no es más que un terrorista fanático y suicida». Una desmitificación, como señala el historiador, «bastante reciente en Rusia». Un fenómeno que sucede mientras se extienden «los rumores de privatizar el complejo monumental de Lenin (situado en la Plaza Roja de Moscú) a fin de que se autofinancie, algo que escandaliza a los fieles, igual que lo hacen los planes de convertir los restos de Lenin en una máquina de hacer dinero todavía mayor».
- Título: «El hermano de Lenin»- Autor: Philip Pomper.- Editorial: Ariel. pags. 306- Precio: 26,50 euros
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