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Progre a caballo

La Razón
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Ya de pequeña me empeñé en tener un caballo. Mi madre le dijo a mi padre: «Se ha puesto muy borrica, quiere un caballo». Yo asentí, traumatizada como una mula. Mi padre, que me tenía muy mimada, me compró un caballo. Cuando llegó a casa, mi madre se echó las manos a la cabeza y exclamó con encendido vigor: «¡No vamos a caber todos!» Mi padre le dijo que no se preocupara, que el caballo no daría problemas, y que tampoco pedía de comer. Y ya lo creo que «no» pedía de comer. Era de madera. Y de una madera bastante mala: tardé una semana en partirle el corvejón contra la estufa. Lo más cerca que anduve de tener un caballo fue en la adolescencia, cuando salí durante cinco largos días con un chico que se apellidaba Platero. Aunque yo no dejaba de pensar que, si alguna vez me daba por escribir nuestra historia juntos, tendría que titularla «Platero y yo» y, como el título ya estaba pillado, lo abandoné sin más miramientos. Debo añadir que el prenda, que además tenía acné, no pareció lamentarlo mucho. El muy jamelgo. Cuento todo esto para hacerle notar a la ciudadanía que siempre he apuntado maneras de progre. Los caballos me chiflan. Y, por el mismo motivo, adoro los Porsche: un Porsche tiene por lo menos trescientos caballos, que sumados al que una debe mantener en la cuadra, hacen más caballos de los que podría soñar José Bono o el mismísimo destacamento del general Custer. Y son caballos necesarios para bregar con la acción frente populista que requiere la situación impopular de ahora mismo, que se las trae, no crean que no me he dado cuenta. A los desviacionistas que no paran de dar la matraca recordándolo, no digo yo que haya que mandarlos a un Frente Industrial de Kemerovo, pero sí digo que son el vivo ejemplo de por qué es necesaria la Educación para la Ciudadanía. O sea, que me hallo dispuesta a darlo todo como activista para favorecer el porvenir del Estado Español. Por eso soy consciente de que –lo ha recordado Zapatero en Elche–, todos tendremos que hacer un esfuerzo largo, duro y difícil para volver a entrar en la Champions después de bajar a Tercera Regional. Y, ésta que lo es, preparada está: renuncio a los caballos. Y no digamos a los Porsche. (Oigan, que tacita a tacita…)