Historia

Andalucía

OPINIÓN: Lo urgente y lo importante por Lucas Haurie

La Razón
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Mientras la Bienal de Flamenco se desangra entre la falta de presupuesto y la excesiva audacia de un coreógrafo que metió un simio en el escenario, el acontecimiento taurino del siglo se celebró en Francia protagonizado por un matador madrileño. Andalucía, sumida en una abisal ruina, sí que no está para algarabías territoriales y cumple con su ancestral función de prestar sus señas de identidad al resto de España, e incluso a ciudades altamente romanizadas allende los Pirineos. El nacionalismo es casi siempre una excusa para rebañar dineros de la caja común. A esa tarea se ha aplicado la Junta durante tres decenios, construyendo una suerte de andalucismo reivindicativo que modulaba su intensidad dependiendo del partido que gobernase en La Moncloa: felpudo para González y Zapatero, pantera para los ucedeos y Aznar. Pero con un madrileño en San Telmo, asesorado para colmo por una pléyade de ignorantes enciclopédicos, lo andaluz se diluye en el politiqueo de las ruedas de prensa y en la ópera bufa montada por Sánchez Gordillo. La tauromaquia y el cante jondo, acaso lo único capaz de vertebrar esta tierra, se ignoran para atender la nómina de los beneficiarios de la red de intereses. Un ejemplo de cómo lo urgente ya prima sobre lo importante, antesala de todo colapso. Hasta los ciudadanos más desinformados perciben a la Junta como una cofradía de trincones, no como los gestores de aquello que nos debería unir.