San Sebastián
Chillida Leku abierto en primavera
El museo cerró el 1 de enero, aunque todo apunta a que la clausura será temporal. La familia del escultor y las instituciones vascas barajan el futuro más adecuado para el centro. «Todo es negociable», asegura Luis Chillida.
La clausura de Chillida Leku el pasado 1 de enero, ejecutada en su décimo aniversario y motivada por el déficit que arrastraba el centro casi desde el inicio, parece que se prolongará solamente durante unos meses. Así lo esperan tanto las instituciones vascas como Luis Chillida, director del museo y uno de los hijos del escultor guipuzcoano, que comprobó cómo el anuncio de un ERE había triplicado desde primeros de diciembre el número de visitantes al centro de arte.
El Gobierno vasco no se atreve a poner fechas, pero aboga por una pronta solución, mientras que el alcalde de San Sebastián, Odón Elorza, se aventuraba ayer a situar en primavera su reapertura, al igual que el diputado general de Guipúzcoa, Markel Olano.
El sueño del patriarca
Un horizonte más flexible vislumbra Luis Chillida, ya que espera que el cerrojo no esté echado «más de un año». Tras confesarse a LA RAZÓN «optimista» al respecto, señaló que «ahora es tiempo de tranquilidad y reflexión». Y es que su familia sopesa cuál es la mejor salida, el modelo de gestión más idóneo para sustituir al vigente, exclusivamente privado, una vez recibidas por parte del departamento vasco de Cultura varias propuestas.
Aunque subraya que «todo es negociable», a ninguna de las partes inmersas en la negociación se le escapa una premisa principal: respetar el planteamiento actual de un espacio nacido de la implicación personal y el sueño de Eduardo Chillida. La consejera de Cultura, Blanca Urgell, ha reconocido en más de una ocasión que «cualquier solución no va a ser buena» y que se trata de una propiedad privada en la que el Gobierno no puede intervenir «de cualquier manera».
Su planteamiento descansa en «lograr un equilibrio entre la ayuda económica y la entrada de la Administración vasca en la gestión del museo, acorde con el espíritu Chillida», por ejemplo, la gestión compartida o la adquisición patrimonial. De momento, Luis no quiere «entrar a valorar» la batería de alternativas que se les ha trasladado, «sólo trabajar en alcanzar la mejor posible», aunque existen ciertos puntos de partida, como mantener por parte de la familia el control de las exposiciones que se realicen en el caserío de Zabalaga.
El hijo de Chillida explica que ha sido imposible mantener el museo como lo hemos hecho durante 10 años. «¿Gestionarlo de otra manera? Ya veremos cómo, pero entonces quizá no sería un museo, sino otra cosa, no sabemos. El museo presta un servicio público, no tiene sólo un valor económico de gestión, vale más de lo que cuesta», asegura.
Ración de apoyo moral
Los Chillida han sido muy prudentes en lo concerniente al papel jugado por las instituciones, algo que sí criticaron en un manifiesto promovido por la Fundación Arte y Derecho el pasado 22 de diciembre 39 artistas, que calificaron de «indignante» el cierre de Chillida Leku y mostraron su «tristeza ante la desidia» del Gobierno vasco. Luis agradece «el apoyo moral» de los firmantes y enmarca el tirón de orejas dado a la Administración vasca en que estos artistas defienden la visión del museo que definió Eduardo Chillida y son conocedores del largo tiempo que la familia lleva hablando con las instituciones sin llegar a una solución».
Pese a las dificultades que han hecho inviable antes un acuerdo, nadie duda de que hoy la voluntad por ambas partes es de sellarlo. Así lo manifestó ayer en una entrevista a Radio Euskadi Elorza, en la que reconoció, no obstante, que «el tema es complejo» porque es preciso estudiar «si se cambia el sistema de gestión, si es una aportación para sufragar los déficits que se puedan ocasionar y si eso exigiría una adecuación del volumen de personal».
«También es verdad que, en tiempos como éstos, mantener un museo al aire libre abierto cuando la luz solar desaparece a las cinco y media de la tarde siempre es algo que se puede evitar», añadió, al tiempo que explicó que en instalaciones públicas se intenta ahorrar mediante medidas como «reducir los horarios y encender las luces cuando conviene».
Desde el comienzo de 2011, las grandes obras de Eduardo Chillida se mantienen solas en el caserío de Zabalaga, sin exhibir su esplendor a los visitantes. Y los empleados del museo, un total de 23 personas, han pasado a un ERE temporal de seis meses. Un periodo que nadie desea prorrogar.
✕
Accede a tu cuenta para comentar