Málaga

Domingo bajo control

La Razón
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El discurso que Mariano Rajoy pronunció en la sala de prensa del edificio de la calle Génova fue el colofón al que había pronunciado semanas antes en Málaga en la clausura de la convención que su partido celebró en esa ciudad. A lo largo de la campaña, fue desgranando las ideas plasmadas en aquella intervención y el domingo remató. El lunes anterior a la jornada electoral, el PP tenía claro que iba a ganar las elecciones y, salvo catástrofe antinatural, en cinco días la situación no podía variar. De suerte que, acto del domingo, en su conjunto, se organizó con tiempo y Mariano Rajoy, por su parte, tuvo el sábado y el domingo para escribir el discurso, que redactó él, fundamentalmente solo, aunque su gabinete le pasó algún papel de última hora. El líder «popular» quería construir un texto que fuera coherente con los mensajes lanzados en campaña: austeridad, integración, esperanza..., y tenía cómo lo quería hacer. Por eso,en primer lugar, en tono sobrio, sereno, institucional y alejado de triunfalismo se dirigió a todo el país, recalcando el «a todos»; y lo hizo, porque lo consideró más oportuno, desde la sala de prensa, dejando el balcón para más tarde. Rajoy y su equipo sabían que esa era la parte de la noche más improvisada, la que menos se podía controlar, exceptuando el orden de aparición: Primero «Viri», después Ana Mato, a continuación Cospedal, etcétera. Pero el futuro presidente prefería aparecer contenido en el balcón antes que machacar la seriedad ni la contundencia del contenido del discurso anterior en el que había dejado claras cuáles van a ser sus prioridades.