Pekín
Birmania celebra la «liberación asistida» de Sang Suu Kyi
Los asiáticos, por lo general, envejecen mejor que los occidentales. Aun así, sorprende la frescura de Aung Sang Suu Kyi, que a sus 65 años, y después de haber pasado 15 de los últimos 20 bajo arresto domiciliario, fue recibida ayer por unos 3.000 seguidores en la puerta de su casa, frente al lago Inya de Rangún.
Su médico asegura que la salud de la «Dama», como la conocen sus paisanos, se ha resentido mucho, de modo que crecía la curiosidad por saber cómo luce la mujer-símbolo de la lucha por la democracia birmana. Sus últimas fotos públicas tenían casi ocho años: el tiempo que ha durado su último arresto, que concluyó ayer.
Excepto por alguna arruga y a pesar de su delgadez, Sang Suu Kyi no ha cambiado mucho y promete retomar la lucha que empezó a finales de los 70, cuando regresó a Birmania para seguir los pasos de su padre, considerado el gran héroe de la independencia. Por lo pronto, la Junta Militar ha ordenado retirar la barrera policial que mantenía delante de su vivienda y ha firmado su liberación. Algunos analistas creen que a los generales no les quedaba otro remedio, ya que no tenían más excusas para extender el arresto.
La «Dama» dejó dicho a sus colaboradores que si la hacían salir no iba a mantenerse en un segundo plano. Al parecer, se negó incluso a aceptar cualquier restricción a su libertad cuando los generales intentaron negociar con ella. No está muy claro, sin embargo, cuál es la postura, ni los planes de la Junta Militar, que no ha emitido ningún comunicado. Hay quien dice que la marcarán muy de cerca a la hora de viajar, de organizar una agenda política o de entrevistarse con periodistas. Y nadie descarta que vuelva a ser enjaulada. Pero esta confusa «libertad condicional» es algo con lo que Sang Suu Kyi está familiarizada.
Después de una larga jornada de incertidumbre y confusión en las calles de Rangún, la «Dama» asomó por la tarde tras la verja de su casa y dedicó unas palabras a sus seguidores, a quienes pidió que esperen al discurso que dará hoy para recibir más explicaciones. En su breve mensaje dejó entender, en todo caso, que continuará con su activismo político para traer la democracia a Birmania. «Hay que trabajar unidos para lograr nuestra meta», dijo. Según los escasos periodistas occidentales presentes, el lugar estaba rodeado por decenas de espías vestidos de paisano y haciendo fotografías compulsivamente.
¿Colaboración o rechazo?
La mayoría de los observadores considera un fraude el turbio proceso «democrático» birmano. Sin embargo, esta transición de un régimen militar hacia una falsa democracia podría dejar espacios a la oposición, que se encuentra dividida entre quienes aceptan trabajar con la dictadura para crear una agenda de reformas y quienes, como Sang Suu Kyi –la única capaz de canalizar las ansias de libertad del pueblo–, creen que la única opción es el rechazo a los generales.
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