El «efecto Hollande» resquebraja el dogma alemán de la austeridad

Madrid- Y en estas llegó Hollande. Parecía que Europa estaba rendida por completo a las políticas de austeridad impuestas desde Alemania. Parecía que Francia había quedado relegada a mera comparsa en lo que se ha dado por conocer como eje franco-alemán, el encargado de llevar el liderazgo europeo en estos tiempos de tribulación. Pero llegó la campaña a las presidenciales francesas y el candidato socialista empezó a poner en duda los dogmas de su vecino teutón que su contrincante Nicolas Sarkozy había secundado con fe inquebrantable. Dijo Hollande que, si ganaba, renegociaría el pacto fiscal que introducirá la regla de oro del equilibrio fiscal en todas las constituciones. Dijo Hollande que había que aflojar la soga de la austeridad y fomentar el crecimiento. Y a Hollande le siguieron otros que parecían necesitar que alguien diera el pistoletazo de salida. Italia, Bélgica, el BCE... todos se han atrevido en las últimas semanas a cuestionar la férrea disciplina fiscal alemana que ha llevado a la economía de la propia Holanda, uno de los fieles aliados germanos, a sucumbir, con caída del Gobierno incluida.
Sin coartada para mantener por más tiempo su posición contra viento y marea tras los apuros que atraviesan los países periféricos y otros no tan periféricos –Gran Bretaña no está en el euro, pero sus ajustes la han asumido en otra inesperada recesión–, Angela Merkel ha cedido. En junio, la UE tendrá una agenda del crecimiento para estimular su moribunda economía. Pocos detalles se conocen, por el momento, de la misma. La canciller alemana ha adelantado que una de las alternativas podría ser potenciar el papel del Banco Europeo de Inversiones (BEI) para que su capacidad de préstamos se incremente hasta los 200.000 millones. Aunque tampoco se descarta recurrir a la ingeniería financiera, dado que la línea roja que Merkel ha marcado es que no se busque ese avance a costa de más endeudamiento.
Que Alemania haya concedido la necesidad de buscar un plan para recuperar el crecimiento –algo que le interesa, y mucho, porque la UE sigue siendo el principal destino de sus ingentes exportaciones– no significa que esté dispuesta a renunciar a la austeridad, aunque sorber y soplar al mismo tiempo sea imposible. Wolfgang Schäuble, su ministro de Finanzas, advirtió ayer de que el pacto fiscal entrará en vigor. «Devolverá la confianza en la estabilidad a largo plazo del sistema», aseguró en una entrevista.

Difícil cambio
La advertencia a Hollande de Schäuble fue secundada por el jefe del Eurogrupo. Jean Claude Juncker afirmó que resulta «ilusoria la idea de que se puede renegociar el acuerdo y eliminar elementos sustanciales». El luxemburgués se ha ofrecido, incluso, a hablar personalmente con el socialista galo si resulta elegido presidente de Francia.
Merkel no tendrá problemas con Mariano Rajoy. El presidente español se mostró a favor de combinar crecimiento y austeridad. «Estamos a favor del crecimiento económico. Necesitamos y apoyaremos todas las políticas de crecimiento que se presenten en el Consejo Europeo y España hará sus propias aportaciones», afirmó antes de advertir de que sin austeridad nunca habrá crecimiento económico.

LOS AUSTEROS
Angela Merkel
La canciller germana ha sido la principal impulsora de las políticas de autoridad en Europa.
Nicolas Sarkozy
Ha respaldado a Merkel en sus planteamientos, pero no está nada claro que sea reelegido presidente francés.
Mariano Rajoy
El presidente del Gobierno español tiene claro que hay que reequilibrar las cuentas públicas, aunque no renuncia a políticas de crecimiento.

LOS «REBELDES»
François Hollande
El candidato socialista a la presidencia francesa es el adalid de los críticos con la austeridad.
Herman Van Rompuy
El presidente del Consejo Europeo aseguró el viernes que hay que dar prioridad el empleo y al crecimiento.
Mario Draghi
El presidente del Banco Central Europeo ha manifestado que «hemos tenido el pacto fiscal» y que «lo que ahora tengo presente es un pacto de crecimiento».