España
«Lo público ha matado a lo privado»
La injerencia de los centros nacionales y el fomento de autores, dos de los temas tratados
MADRID- «Desde que empecé en el mundo del teatro, siempre escuché la palabra crisis», aseguraba ayer Norma Duval. Con esta frase trataba de enterrar tópicos sobre un sector, que, con muchos problemas, desafía con su mejor cara a la crisis. La situación actual de la escena en España fue el tema de partida en el encuentro organizado ayer en el Café de Oriente dentro del II ciclo de Tertulias de San Isidro que organiza LA RAZÓN. Aunque cada invitado procede de un segmento diferente –producción, dirección o dramaturgia–, todos son «primeros espadas» y coincidieron en el punto más repetido: la necesidad de controlar la injerencia del teatro público en lo privado.Así, además de Duval, que adelantó a este diario que volverá a las tablas con una obra de Santiago Moncada, «La diva», en el Reina Victoria, acudió el empresario de este teatro, Enrique Cornejo, que mantiene en cartel ahora «Brujas» y «La ratonera», ya que también gestiona el Muñoz Seca, además del Zorrilla de Valladolid. El productor matizó que «la enfermedad y el estado anímico del teatro son los que presenta la sociedad» y señaló que «las instituciones se empeñan en ser empresarios públicos que se meten en el terreno privado y llegamos a que ahora hay muchos menos teatros privados que oficiales. Cualquier autonomía tiene sus circuitos en municipios, diputaciones... Se ha creado una estructura falsa, las compañías van a caché y el público se ha acostumbrado a pagar precios que no son reales». Y añadió que «la mayoría de los empresarios privados van a desaparecer, porque no tienen estructura económica ni comercial. ¿Y hacia dónde vuelven su mirada? ¿Hacia la señora González Sinde, hacia la Comunidad o el Ayuntamiento? Éstos no saben o no contestan».Otro productor invitado fue el también actor Jesús Cisneros. «Llevamos treinta años de una política nefasta. Cuando ha habido dinero a espuertas en la administración se ha podido mantener esta estructura», lamentó el productor de «Sé infiel y no mires con quién» (que se representa en el Teatro Amaya). «La Administración no tiene dinero para seguir manteniendo esa ficción», añadió, y se quejó de la evolución de los programadores y las ferias, «que han construido un grupo muy exclusivo y elitista», aunque «la sociedad en general no se ha educado para ir al teatro». Éste fue otro de los puntos que surgió: «Las administraciones no se han preocupado de que el público en general no vaya evolucionando dentro de sus gustos teatrales». Lo que enlaza con lo que sacó a relucir la directora de escena Tamzin Townsend, que lamentó la ausencia de políticas educativas: «Me interesa mucho el nuevo público, la educación del teatro y la manera en que lo público come terreno a lo privado», aseguró incidiendo de nuevo en la gran cuestión de la tarde. Además, habló de la falta de interés de los teatros públicos en Madrid para fomentar nuevos autores, algo que no ocurre, por ejemplo, en el Teatre Nacional de Catalunya con su taller «T6», de donde surgió el gran éxito de Jordi Galcerán «El método Grönholm».
Poco subvencionadosDe hecho, Townsend, que mantiene en cartel varias obras por España –entre ellas «Un dios salvaje» y «Seis clases de baile en seis semanas»–, recordó que nunca la han llamado para trabajar en un teatro público. Y Cisneros, en este sentido, lamentó que «lo de los centros públicos no es real: el trabajo de una persona lo hacen 20, eligen al director que les apetece y le pagan lo que quieren. Seguramente es algo que a partir de ahora no se van a poder permitir». En cambio, rebatió la idea de que el teatro recibe muchas ayudas («es de lo menos subvencionado de este país»). Y añadió: «Si tirásemos de estadísticas, entre lo que generamos de IVA y lo que recibe nuestro sector iba a haber una gran diferencia respecto a otros». Cornejo matizó que «el sector teatral es fluctuante y, por tanto, imprevisible». Y Cisneros pidió más oferta: «Todos los teatros deberían estar llenos para la poca que hay». Y es que, lamentó Cornejo, «los políticos se han empeñado, y nosotros los hemos seguido por la subvención, en jugar con lo que no deberíamos: el público». Norma Duval se unió a la idea: «El dinero público ha matado un poco al empresario privado».El veterano director teatral Gustavo Pérez Puig, actualmente productor de «Vamos a contar mentiras» (se puede ver en el Teatro Marquina), añadió otra opinión: «Lo que se está haciendo mal es subvencionar al teatro a priori, como en el cine. ¿Cómo se hacen las películas aquí? Luego salen porquerías y ya da igual que se estrenen o no». También recordó impagables anécdotas, como las dos cajas fuertes que tenía el Teatro Apolo o las ocurrencias de Ruiz Iriarte en el Café Gijón, con las que Juan Mayorga, otro de los invitados, tendría, como dijo, para escribir varias obras. Mayorga, uno de los principales dramaturgos del teatro español contemporáneo (ha firmado «Hamelin» y «La tortuga de Darwin», entre otros textos), aportó sus reflexiones como autor que ha estrenado en el terreno público y en el privado. Destacó que, «como arte, el teatro está en un momento de gran vitalidad», y recordó que «en los años 80 había cierto pesimismo entre los que escribían teatro. Ahora se vive con orgullo: los actores vuelven a tomar este medio como una opción fuerte». Y Cisneros aseguró que «el mejor premio para un autor es estrenar». Frente a la «competencia desleal» que suponen el teatro público y festivales como el de Otoño, según Cisneros, cabe un matiz propuesto por Mayorga: «Lo público ha de ser suplementario, llegar allí donde no alcanza lo privado».
La competencia de la SGAEPor último, surgieron dos temas de actualidad: el primero, la necesidad de una Academia de las Artes Escénicas, que suscribieron todos los invitados. Enrique Cornejo señaló la «desunión» de los productores, y lo necesaria que sería una asociación. El segundo asunto fue la red de teatros de la SGAE, ARTeria, que Cornejo calificó como «faraónica»: «La SGAE no debería estar para convertirse en nuestra competencia», aseguró. Aunque Cisneros defendió las ventajas de los teatros de la entidad de gestión, que han recuperado espacios que estaban cerrados. Para Pérez Puig, «la SGAE es como un banco, el que manda es el que tiene más acciones. No es lógico que genere miles de millones de beneficios y los guarden en vez de repartirlos entre los socios».
El menú- LUGAR: Restaurante Café de Oriente, Plaza de Oriente, 2, en Madrid. - PLATOS: ensalada de pulpo con patatas aliñadas y su ali-oli; bacalao relleno de txangurro y pisto Café de Oriente; guiso de Feria con habitas tiernas; emulsión de arroz con leche y canela, y delicias del Obrador. - VINOS: Manzanilla Juncal; Paso de la Plata 2009; M. O. de Olivara 2006; Moscatel de Garvey; Aguas Sierra de Cazorla. - Aroma: Jazmín de las Flores, Jazmín de Egipto de Álvarez Gómez.
✕
Accede a tu cuenta para comentar