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Obesidad: la cirugía para mórbidos llega a los jóvenes

La cirugía bariátrica se ha destinado siempre a la edad adulta, pero el aumento de la obesidad infantil han propiciado su empleo en los adolescentes. Los expertos se dividen a la hora de elegir entre una técnica u otra, aunque el bypass gástrico parece la más efectiva 

Obesidad: la cirugía para mórbidos llega a los jóvenes
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Para más de un millón de españoles que en la actualidad padecen obesidad mórbida, hacer dieta se queda insuficiente y la única salida para alcanzar un peso saludable reside en pasar por el quirófano. «El objetivo de la cirugía bariátrica consiste en corregir el exceso de peso que tenga el paciente y controlar las enfermedades asociadas a esa obesidad como diabetes, hipertensión o colesterol, entre otros», explica el doctor Carlos Durán Escribano, coordinador de la Unidad de Cirugía Laparoscópica del Hospital Virgen de la Paloma de Madrid. Procedimientos hay muchos y, aunque cada una de ellas se debe aplicar en función de las características del paciente, «se considera que una técnica es buena cuando se pierde entre un 60-70 por ciento del exceso de peso. Después, todo depende del paciente, pero necesita un apoyo multidisciplinar formado por psicólogos, nutricionistas para lograr el éxito del tratamiento», advierte el doctor Pablo Anchústegui Melgarejo, jefe de la Unidad de Cirugía General y del Aparato Digestivo y de la Unidad de Obesidad Mórbida del Hospital La Zarzuela de Sanitas.

En aumento
El continúo aumento de las cifras de obesidad infantil ha propiciado que la cirugía bariátrica se aplique en los adolescentes para corregir el exceso de peso. «Normalmente se suele esperar a que el crecimiento se haya completado, pero existen casos de niños de doce años que miden 1,70 centímetros y tienen un índice de masa corporal de 62», sostiene el doctor Antonio Lacy, jefe de Cirugía Gastrointestinal del Hospital Clinic de Barcelona. En cualquier caso, el doctor Antonio Torres, jefe del Servicio de Cirugía General y del Aparato Digestivo del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, «la obesidad, tanto en la adolescencia como en la edad adulta, es multifactorial y no hay una única causa que la produzca». No obstante, Anchústegui sostiene que, en muchos casos, «los niños empiezan a comer mal desde la infancia y las familias no son capaces de controlarlo». En esta misma línea se sitúa Durán, quien añade que «descartando las causas genéticas que llevan a esta situación y que representan menos del uno por ciento de la población, las demás obesidades se deben a un tema de educación. Muchas de ellas empiezan porque los padres meten presión en el estudio, en el deporte y al sentir frustración lo compensan con la comida».

A la hora de intervenir a este tipo de pacientes, «hay que optar por una técnica que deje muy pocas secuelas, no afecte a la absorción de los alimentos y permita reeducar a la persona», afirma Durán. Para ello, Anchústegui sostiene que «hacemos procedimientos menos agresivos como la banda gástrica que tiene poco riesgo quirúrgico y permite, más adelante y si fuera preciso, hacerle otra técnica». Esta opinión la comparte Torres, quien añade que «tanto la gastrectomía tubular y las bandas son una buena opción en estos casos, sobre todo por que ofrecen más margen a la hora de reordenar sus hábitos, tanto dietéticos como de actividad física».

Diferencias
Las diferentes técnicas quirúrgicas que existen en la actualidad, dividen a los expertos sobre su utilidad y eficacia. Así, Durán insiste en que «el balón intragástrico nunca debe aplicarse como un tratamiento de la obesidad, sino como un complemento a una dieta o como una técnica previa a la cirugía». El bypass gástrico se ha posicionado como la opción más equilibrada en cuanto a riesgo y efectos secundarios. «Es la técnica estándar para el control de la obesidad y las enfermedades asociadas», matiza Durán. Sin embargo, Lacy advierte de que «tiene un grave y serio inconveniente: el 30 por ciento de los pacientes con IMC por encima de 50 vuelve a engordar a los cinco años posteriores a la intervención». Algo similar sucede, según Lacy con la banda gástrica. «Los resultados en Europa son bastante malos y eso que en nuestro país se están colocando unas 200.000 al año. Hay que tener en cuenta que la pérdida de peso es sólo del 40 por ciento», denuncia.

La última novedad en este campo es el marcapasos gástrico. Aunque según los expertos sería la técnica ideal, «todavía se está implantando y hay que demostrar su eficacia a largo plazo», afirma Anchústegui. Y es que «no hay estudios a más de dos años y los únicos publicados a 18 meses dan resultados similares a una banda gástrica. Ésta van bien el primer año, pero más del 20 por ciento se retiran por intolerancia y porque dan una mala calidad de vida al paciente. Una vez se pueda demostrar, el marcapasos presenta un riesgo mínimo y permite un control a largo plazo sobre la ansiedad de comer», concluye Durán.