Ámsterdam
La crisis reduce la influencia del «ultra» Wilders
El clima político en el que los holandeses acuden hoy a votar dista mucho del que se auguraba cuando cayó el Gobierno en febrero. Entonces, el auge de la ultraderecha xenófoba de Geert Wilders en las elecciones municipales hacía presagiar que la inmigración y la inseguridad ciudadana centrarían la campaña electoral. Sin embargo, la crisis griega y las turbulencias financieras que padece el euro han modificado radicalmente las prioridades de políticos y ciudadanos. Como la quinta economía más importante de la eurozona y el país de la UE con menor tasa de paro (4,1%), Países Bajos ve con preocupación la depreciación del euro. Acuciados por los expertos, que en marzo advirtieron de los nubarrones que se cernían sobre la economía holandesa si no se ponían en marcha urgentes medidas de austeridad, los partidos políticos prometen en sus programas electorales reducir en 15.000 millones de euros el gasto público hasta 2015.Todos coinciden en el objetivo final, pero discrepan en el ritmo para lograrlo. Así, la elevación de la edad de jubilación de 65 a 67 años y las desgravaciones fiscales por las hipotecas han centrado el debate.El líder de los liberales de derechas (VVD), el joven Mark Rutte, encabeza los sondeos con sus promesas de alcanzar el equilibrio presupuestario en 2015 mediante la reducción de las ayudas públicas y de las aportaciones holandesas al Presupuesto de la Unión Europea. A pesar de que las encuestas auguran que el VVD, con 36 diputados, será el partido con más escaños en el nuevo Parlamento, Rutte necesitará al menos otros dos socios para convertirse en el primer ministro liberal en un siglo. Los laboristas (PvdA), a quienes las encuestas conceden el segundo puesto (29 escaños), se perfilan como socios imprescindibles para reeditar la coalición de Gobierno «violeta» que gobernó Países Bajos hasta que en 2002 los democristianos (CDA) ganaron las elecciones. Aun así, liberales y laboristas necesitarán superar sus importantes diferencias programáticas y sumar un tercer aliado que les dé la mayoría en el Parlamento. Los liberales-demócratas (D-66), a los que las encuestas otorgan once escaños, serían los preferidos por el PvdA. La otra alternativa, el apoyo del ultraderechista Partido de la Libertad (PVV) se toparía con la oposición del líder laborista, el popular Job Cohen, que se niega a formar parte de un Gobierno que «excluya» a una parte de la población, en alusión al discurso antimusulmán de Wilders.Llave del nuevo GobiernoA pesar de haber perdido fuelle a favor de los liberales, el PVV confía en doblar su número de diputados para ser la llave del futuro Gobierno holandés. En este sentido, una eventual coalición de centro derecha entre liberales y democristianos dependería de los votos del partido antimusulmán, que podría optar por apoyar al Gobierno desde el Parlamento a cambio de que éste asuma algunas de sus polémicas propuestas contra la inmigración y la UE. Mientras, los democristianos del primer ministro, Jan Peter Balkenende, se perfilan como los grandes derrotados en las urnas. Las estimaciones prevén que la CDA perderá prácticamente la mitad de sus escaños y pasará a ser la tercera fuerza política del país. De confirmarse esta debacle, sería el final de Balkenende, que no ha logrado concluir ninguna legislatura sin convocar elecciones anticipadas. En un país acostumbrado a las coaliciones de Gobierno, todos los analistas auguran unas duras y prolongadas negociaciones postelectorales. «Será muy difícil formar un Gobierno con tres o cuatro partidos, porque se necesitan formaciones de la izquierda y la derecha, por lo que me sorprendería que tuviéramos un Gobierno antes de dos meses», explica a la agencia Reuters el experto en sondeos Maurice de Hond.
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