Derechos Humanos
Ejercer el periodismo en la sede de la tortura
La plaza de Mahkama (juzgados) de Bengasi, centro de las violentas revueltas populares contra el dictador Gadafi, se ha transformado en las oficinas del autogestionado «gobierno» popular del liberado oriente libio
En uno de sus destrozados edificios por los rebeldes que se sublevaron contra el régimen se ha instalado el comité de información y recogida de datos de testimonios de civiles que grabaron en sus teléfonos móviles y cámaras fotográficas cuando los mercenarios africanos y las fuerzas leales al presidente atacaron a la población para sofocar las revueltas.
La entrada al edificio parece el decorado de una película de terror: habitaciones vacías con ventanales medio rotos que emiten ruidos fantasmagóricos por las cavidades de los agujeros.
Subiendo las escaleras, al segundo piso, el único que aparentemente se mantiene en pie, se encuentra el centro de prensa audiovisual donde voluntarios editan las imágenes y queman DVD para ofrecerlos a la prensa extranjera, pues todas las comunicaciones vía internet, telefonía fija y móvil han sido cortadas. «Vosotros sois nuestra única herramienta para que el mundo sepa lo que está sucediendo en nuestro país», agradece Hussein Shami, de 23 años, con barba y una gorra al estilo del Che Guevara.
En la habitación contigua, con un frío polar, otros «compañeros» revolucionarios diseñan carteles y pancartas contra Gadafi. En los albores de la revolución, también se ha creado un nuevo periódico que ya va por su tercer número. El director del rotativo post-liberación, Muhamad Salem, nos explica que el periódico tiene como objetivo informar a los ciudadanos sobre las actividades de los comités populares que asumen las funciones de las autoridades locales. Además se anima a los jóvenes a seguir con la revolución. Detrás del edificio se halla lo que hasta hace una semana fue la Oficina Central de Investigación Criminal, recordada por todos como el centro de tortura de la todopoderosa Policía secreta. Ahora es el almacén de las armas y municiones incautadas por los rebeldes tras tomar todos los edificios de la Seguridad del Estado. Centenares de Kalashnikov, granadas y morteros. El capitán Yamal Ahmad nos enseña sus trofeos de guerra. «Estos dispositivos eran usados por los mercenarios para disparar contra vehículos de civiles».
El militar relata que hace dos días en el fortificado palacio encontraron a 75 prisioneros, la mayoría presos políticos, algunos desaparecidos desde hace más de una década.
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