Feria de Bilbao

Aplomo de Saldívar en tarde de sobreros

Las Ventas (Madrid). Decimoséptima de San Isidro. Se lidiaron toros de Las Ramblas, el 1º de José Vázquez, el 4º, sobrero de José Luis Iniesta. Muy desiguales de presentación. El 1º, rajado aunque se empleó; 2º, manejable por el izquierdo; 3º, parado y complicado; 6º, difícil; 4º, bueno pero a menos; 5º, con dificultades. Lleno. El Cid, de azulón y oro, estocada perpendicular, descabello (silencio); cuatro pinchazos, estocada (silencio). El Fandi, de catafalco y oro, estocada caída (silencio); estocada (saludos). Arturo Saldívar, de blanco y oro, estocada (saludos); cuatro pinchazos, pinchazo hondo, aviso (silencio). 

EFE_3965_
EFE_3965_larazon

Florito se ganó ayer el sueldo de toda la feria. Nueve toros pisaron Madrid. De Las Ramblas, titular, de José Vázquez, remiendo y sobrero, de Ortigao Costa, y más, otro de Iniesta, tris... Era el turno de El Cid y embistió, aunque la felicidad duró menos que en otras ocasiones. Apenas nos dábamos cuenta y salía de nuevo a escena Florito, como si fuera el cuarto en discordia. La Monumental depositó en el mexicano Arturo Saldívar todas las esperanzas. Había entrado en el cartel por la baja de Curro Díaz, y no perdió ocasión. Entre Florito y Saldívar andaba el protagonismo. Y el tercio de banderillas de El Fandi, que ahí sí centró atención y se resarció del anterior, en el que fue menos Fandi. Arturo Saldívar convenció en su primero, y no se lo puso fácil. No sabía el de Las Ramblas lo que era humillar ni equivocándose. Pero la firmeza del mexicano rompió las barreras de la falta de casta, de la poca entrega del toro. Encajado siempre, y que el toro siguiera su rumbo. Si el de Las Ramblas paraba a mitad de viaje, ahí mismo le iba a encontrar, con un valor de acero y jugándosela de verdad. La mentalización del que tiene ambición en las venas y ese punto salvaje que conecta rápido con la afición. El sexto, que era un zambombo para tener en cuenta, no le dejó el menor hueco para salir del paso. Sin clase, a veces con mala, brusco y sin vía de escape. Su aval fue darse sin medida y resolver. Torear bonito y lucido entraba en otro sorteo.

El Cid ayer no sólo no toreó ninguno de la divisa titular, sino que además el primero fue de José Vázquez, corrió turno. Y en el cuarto hubo una peregrinación en el ruedo. Un desfile de toros, ganaderías, donde era difícil encontrar una denominador común. El primero se rajó pronto, pero las embestidas eran buenas, enfibradas, por abajo. La faena del sevillano resultó muy desigual. Por probabilidad había pocas opciones de que el sobrero, tris, de Iniesta embistiera. El Cid es capaz de dar la vuelta a cualquier sino. Cid apostó en los albores y en el centro del ruedo empezó por naturales. Las dos primeras tandas tuvieron buenos recuerdos, y el toro buen fondo. Naturales bonitos e intensos que emocionaron. Vibrantes, pero no duró y la llama se apagó antes de lo esperado. Antes de la explosión, desapareció la faena.
 

El Fandi no se sintió a gusto con el segundo en banderillas y llegó revuelto a la muleta. El animal tenía menos recorrido por el derecho y algo más por el izquierdo. La faena no pasó de discreta. Con el quinto, de exagerados pitones, conquistó en banderillas. Fandi en estado puro cien por cien. Y tapó defectos del toro, ligero de cuello y lejos de llegar a entregarse. Faena de oficio, del poso de tantos años dándose la vuelta a España y una estocada que tenía mucho mérito, porque cruzarse ese umbral interminable, los dos pitones infinitos, requería un curso de ingeniería.