Barcelona
Juli Capella: «El diseño de autor se está cargando el mundo»
–Da categoría de diseño al clip, a las pinzas de la ropa, al Bic...
–Ya era hora de ensalzar lo humilde y servicial que al tiempo es ingenioso y bello y nos ayuda en la vida cotidiana.
–Es un corte de mangas al diseño pomposo.
–Sí, no todo lo innovador tiene interés. ¿Que se hace un perfume de estiércol? Es novedoso, pero una tontería. Tras el paraguas del diseño se hacen cosas absurdas y tontas que emboban a unos cuantos.
–Usted ha elegido, como diseño, las pinzas de colgar la ropa... ¡Qué gran favor nos hacen!
–No tiene ni idea de lo complicado de su gestación. La ropa volaba, se ensuciaba, hasta que llegó la pinza con un mecanismo tan preciso que va evolucionando hasta que ni siquiera necesita de muelles.
–Y además son inventos económicos.
–Mire el clip, quince centímetros de hierro hábilmente doblado y rompe todos los tópicos. Pero no lo diseñó ni Foster ni Mariscal, le falta esa prestancia.
–Qué injusticia.
–No, porque la gente los usa mucho más que otros diseños de firma. No son una «pijada», nos hacen la vida mejor. Y no lo olvide: detrás de cada objeto hay grandes seres humanos. Me gusta reivindicar a la gente anónima.
–Le veo pesimista...
–Es que el diseño y la arquitectura de grandes nombres se están cargando el mundo. La construcción masiva, los grandes proyectos... invaden de basura la Tierra.
–Volvamos a los inventos de cada día: la cremallera.
–Nació de una necesidad: el de un trabajador de correos que, harto de cerrar las sacas de cartas con cordones ideó la cremallera, era más eficaz. Hicieron falta más de 150 patentes para llegar a la cremallera actual.
–Y de ahí a los pantalones.
–Un milagro teñido de esfuerzo. Primero dijeron: «Vamos a hacer algo que se pueda cerrar» y se aplicó a la moda.
–Investiga los diseños cotidianos, los que sirven a la gente...
–Sí, los que están a salvo de los egos de sus inventores. Vivimos en un mundo ególatra de grandes nombres y grandes proyectos que no sé si ayudan a la gente a vivir mejor.
–Gillete fue un gran inventor.
–Le debemos tres cosas: la maquinilla desechable, que se la pidió el Ejército estadounidense para eliminar las infecciones entre los soldados, el bolígrafo y el encendedor. Es el rey del concepto «usar y tirar».
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