Pekín
Contra las dictaduras
¿Y ahora China? No sería sorprendente, porque las revueltas en el mundo árabe no son específicamente étnicas, ni siquiera –al menos en su cara externa– religiosas. Son revueltas contra las dictaduras, contra la opresión, la corrupción... Y de eso hay mucho en China y en otras partes. La rápida difusión de la protesta por el Norte de África y Oriente Medio sólo subraya la realidad emotiva de la mítica nación árabe, que mantiene vínculos por encima de las diferencias identitarias entre esas partes bien consolidadas que son las naciones concretas.
Pero el ejemplo puede muy bien cundir fuera del ámbito en donde ha surgido. Todos los dictadores del mundo contemplan el fenómeno con inquietud y ponen sus barbas a remojar. Los regímenes chino y ruso ya han dado muestras de estar muy alerta y se han mantenido a la mayor distancia posible so capa de no injerencia.
Ambos son países que cuentan con intensas experiencias revolucionarias y en estos momentos de gran incertidumbre se busca en las analogías alguna luz que pueda alumbrar las múltiples incógnitas sobre el futuro de las conmociones árabes. ¿Podría ser ElBaradei en Egipto el Kerensky que le abriese el camino al poder a los Hermanos Musulmanes, como el personaje liberal ruso lo hizo con los bolcheviques? ¿Puede el desenlace en más de un país ser un Tiananmén en donde el movimiento popular fue implacablemente aplastado por los tanques el 4 de junio de 1989?
Las manifestaciones de ayer en Pekín y Shanghái no son gran cosa y las autoridades están más que dispuestas a no dejar que prosperen, pero lo cierto es que China es un país de una gran conflictividad social, con bastantes decenas de miles de protestas populares cada año. El espectacular crecimiento del país, con índices anuales que no todos se creen, puede ocultar que, aunque el régimen ha sacado de la pobreza a 300 millones de personas, queden otros mil millones de mortificados por unas diferencias cada vez mayores.
En Egipto no hay nada parecido al esplendor de algunas ciudades costeras chinas, pero a la hora de hacer las medias, la renta per cápita egipcia, situada en torno a los 5.900 dólares, es superior a la china, donde se gana un tercio menos. No conocemos la continuación de esta historia, pero todo es posible.
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