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Por fin el Calderón por Julián García Candau

La Razón
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Las finales de Copa, en su mayoría, se han disputado en Madrid. La sede casi oficial era el Santiago Bernabéu. Vicente Calderón luchó para que se pudiera alternar. Conocía los beneficios económicos que ello reportaba. Si mal no recuerdo, el organizador percibía el dieciocho por ciento de los ingresos y si jugaba, además, se llevaba la parte alícuota que correspondía a los participantes. Calderón consiguió que el chollo no fuera siempre para el Madrid. Si viviera, se sentiría reconfortado al conocer que, finalmente, este año, por carambola, toca en su estadio. Al Atlético le vendrá bien el pico que le tocará, que no es despreciable. El Real Madrid, afortunadamente para su economía, esta vez no necesita el regalo de la final de Copa.

Ha sido razonable que en la absurda discusión, nacida de la negativa madridista a ceder el Santiago Bernabéu, el partido se juegue en una ciudad más o menos equidistante de Barcelona y Bilbao, con lo que ambas aficiones no han de padecer el viaje a Sevilla que a ambas le venía peor por la distancia. Por otra parte, el Vicente Calderón es campo de fútbol, con lo que la distancia entre público y futbolistas es más cercana que en La Cartuja, que es estadio.

No se sostiene la idea del presidente bilbaíno de preferir el recinto sevillista. El alcalde de su ciudad, Iñaki Azkuna, dejó bien claro que lo ideal era el Bernabéu. El Calderón es un apaño. Tampoco caben ochenta mil. Los dirigentes barcelonistas renunciaron a la discusión final. ¡Caray, qué tropa!

Posdata. Piqué es torpe. A los árbitros se les interpela en el aparcamiento.