Siria
La ciudad rebelde revive el horror
No es la primera vez que la cuarta ciudad más poblada de Siria se convierte en el epicentro de la represión. En 1982, Hafez al Asad, el padre del actual presidente libio y su predecesor, ordenó al Ejército arrasar Hama con el fin de sofocar una revuelta suní encabezada por el movimiento de los Hermanos Musulmanes
Éstos no eran demasiados en número ni gozaban de excesiva influencia en Siria, pero se mostraban radicalmente contrarios a las políticas laicistas que siempre han caracterizado los regímenes de los Al Asad. La brutal represión acabó con la vida de al menos 10.000 personas en febrero de ese año, dejando todo el casco antiguo de la ciudad reducido a escombros. Hafez le había encargado personalmente la misión al menor de sus hermanos, Rifaat, después de que miembros del movimiento de los Hermanos Musulmanes, perseguidos ya por el Ejército, asaltaran las viviendas de algunos funcionarios públicos. El levantamiento de los suníes fue el desafío más serio al partido Baaz y al régimen durante los 29 años en los que Hafez estuvo en el poder; un reto muy distinto al que le presentan ahora los manifestantes al último de los Al Asad, aunque este último también se esté enfrentando a la mayor oleada opositora de su historia como presidente. La caída en picado de su popularidad de antaño por el retraso y la timidez de sus propuestas reformistas, ha llevado al presidente a seguir los represivos pasos de su padre, cuya firmeza frente a la oposición le valió el sobrenombre de «El león de Damasco». Aunque en este caso la represión ejercida por las autoridades no ha hecho sino alimentar una revolución que se prolonga desde hace ya cinco meses.
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