Londres
Durant oro de otra galaxia
La selección de Estados Unidos se adjudicó la medalla de oro del Mundial de Turquía, dieciséis años después de su última subida a lo más alto del podio, al vencer en la final a los anfitriones por 64-81, tras un partido que siempre tuvieron controlado.
Kevin Durant es un jugador extraordinario, el factor diferencial de Estados Unidos, del nuevo campeón del mundo, del sucesor del oro español en Japón. Los yanquis derrotaron en la final a Turquía en un partido que prometía bastante más por parte de los anfitriones. Los otomanos no fueron rival porque sabían que habían tocado techo. Pesó más el deber cumplido que la ambición por el oro. Además, la defensa de los estadounidenses y los 21 puntos que Durant ya llevaba al descanso, en los 20 minutos en los que realmente hubo partido, acabaron con las incógnitas.
El alero de los Oklahoma City Thunder es el único jugador que realmente formaría parte de una Selección ideal de Estados Unidos. Del resto de su compañeros en Turquía no estaría ninguno en ese equipo soñado. Si a los Juegos de Londres van los mejores de la NBA, Durant estará entre ellos e incluso formará parte del quinteto titular. Es uno de los miembros de la superélite de la NBA. No lleva tatuajes, no se le conoce un pasado oscuro –el pasado que puede tener un deportista de 21 años– y su juego va muchísimo más allá de espectaculares vuelos o de abusar de su superioridad física. La pasada temporada fue el máximo anotador de la NBA. Por delante de LeBron James o Kobe Bryant, jugadores con mucha más presencia mediática. En el Mundial ha sido elegido el Jugador Más Valioso (MVP). El futuro y el presente son suyos.
En la final no hizo más que confirmar su enorme Mundial. Antes del descanso no se sentó ni un segundo. Le bastó para que su Selección resistiera las acometidas turcas y tomara diez puntos de ventaja (32-42), que serían decisivos para minar la moral de los anfitriones.
Los números de Durant en el torneo revelan toda la importancia que ha tenido en el equipo de Mike Krzyzewski. Sin necesidad de acaparar muchos minutos, 28 por partido, ha anotado 22 puntos y atrapado 6 rebotes. Su presencia en cancha ha ido creciendo a medida que los rivales exigían más. Durante la primera fase y los cuartos apenas jugaba medio partido. En las tres citas definitivas (cuartos, semifinales y final) ha descansado un total de seis minutos.
Krzyzewski lo tenía clarísimo. Su estilo de juego se ha adaptado perfectamente a las normas de la FIBA. No ha necesitado acaparar los ataques, se ha beneficiado de las defensas zonales y sus porcentajes de tiro han sido de escándalo sin necesidad de acaparar las posesiones.
Más del 60 por ciento en tiros de dos; el 45 en tiros de tres y más del 90 en los lanzamientos libres. En la final ante Turquía clavó siete triples y a los anfitriones no les quedó otra que rendirse a la exhibición. Dieciséis años después, Estados Unidos vuelve a ser campeón del mundo. Kevin Durant tiene gran parte de la culpa.
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