Pakistán
El predicador del Papa afirma que las catástrofes no son «un castigo» pero sí «una advertencia»
El predicador del Papa, el padre capuchino Rainiero Cantalamessa, ha declarado que "terremotos, huracanes y otras desgracias nunca son un castigo de Dios"pero sí "una advertencia"para "no engañarnos con que la técnica y la ciencia bastarán para salvarnos", en su tradicional homilía del Viernes Santo pronunciada en la celebración de la Pasión del Señor en la Basílica de San Pedro, una ceremonia presidida por Benedicto XVI
En referencia a las recientes catástrofes que ha sufrido Japón, padre Cantalamessa ha destacado que si los hombres "no saben imponerse límites"la ciencia "puede convertirse en la amenaza más grave de todas".
El drama sufrido por el país nipón, ha explicado el padre Cantalamessa, es "una de las más grandes catástrofes naturales de la historia"y ha subrayado que los cristianos "están admirados de la dignidad y del ejemplo de compostura y mutua ayuda"que "estos hermanos en humanidad"han dado al mundo. "Tiene al menos un efecto positivo"que es que "el dolor de un pueblo se convierte en dolor de todos, suscita la solidaridad de todos"y permite "descubrir que somos una sola familia humana, unida en lo bueno y en lo malo"así como ayuda "a superar las barreras de raza, color y religión".
Además, el padre capuchino ha recordado que hubo dos terremotos, uno en la muerte de Jesús y otro "en la resurrección"porque "a cada terremoto de muerte sucederá un terremoto de resurrección y vida"y ha añadido que "tenemos una garantía cierta"de que Dios "salvará"a los hombres , porque "Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único".
Prueba de martirio
Por otra parte, el padre Cantalamessa ha lamentado que "el mundo cristiano"haya sido visitado de nuevo "por la prueba del martirio que creía acabada con la caída de los regímenes totalitarios ateos"y ha recordado el reciente atentado perpetrado contra el ministro de minorías de Pakistán, Shazbahz Bhatti, quien fue asesinado por fundamentalistas islámicos por oponerse a la ley de la blasfemia.
El predicador del Papa ha destacado que el mundo cristiano "no puede pasar en silencio su testimonio"y ha señalado que "la impotencia de los mártires no justifica la indiferencia culpable del mundo frente a su muerte". No obstante, el padre capuchino ha reconocido que "también el mundo se inclina ante los testigos modernos de la fe" y ha sostenido que "se explica así el inesperado éxito en Francia de la película 'De dioses y hombres' que narra la vida de los siete monjes cirtercienses asesinados en Tibhirine en marzo de 1996".
Recordando el último libro de Benedicto XVI sobre la Pasión de Jesús, el padre Cantalamessa ha sostenido que la injusticia y el mal "no puede ser simplemente ignorado, dejado estar"sino que "debe ser eliminado, vencido"por Jesús "dado que los hombres no son capaces".
En la homilía, el padre Cantalamessa ha declarado que "la muerte de Jesús"en la cruz "no da testimonio de la verdad"sobre su vida y su mensaje, sino "del amor de Cristo, la prueba suprema de su amor"porque Cristo murió "por nosotros cuando todavía éramos pecadores"y "nos amó cuando éramos enemigos, para poder hacernos amigos".
Después de la homilía del padre Cantalamessa, Benedicto XVI se ha dirigido al altar de la Basílica de San Pedro para venerar al cruz de Jesús. Finalizada la ceremonia, el Papa se dirigirá al Coliseo para participar y presidir la celebración del Via Crucis.
Novedad en el Vía Crucis
El Vía Crucis de este año tiene la novedad de que las meditaciones para las 14 estaciones han sido escritas por primera vez durante el Pontificado de Benedicto XVI por una mujer, la religiosa agustina Maria Rita Piccione, 14 meditaciones recogidas en el libreto de la ceremonia, publicado por la Oficina de Celebraciones Litúrgicas del Vaticano.
El Pontífice explica al principio de este Vía Crucis que "en la hora de las tinieblas"cuando las diferentes "máscaras de la mentira burlan a la verdad y las tentaciones del éxito sofocan el íntimo reclamo de la honestidad" también se insinúa "la tentación de la fuga, el sentimiento de angustia"entre los discípulos.
El Papa recuerda al inicio del Via Crucis las palabras que Jesús dirige a sus apóstoles "¿también vosotros queréis marcharos?"y sostiene que los cristianos "no podemos y no queremos irnos"porque "sólo tú tienes palabras de vida eterna"y la cruz de Jesús "es la única llave que abre los secretos de la verdad y de la vida".
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