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ANÁLISIS: Adhesiones en contra por J J Garrido Koechlin

La Razón
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–¿Por qué un grupo de intelectuales peruanos ha manifestado ahora su apoyo a Ollanta Humala si hasta hace poco se le consideraba un candidato radical, "chavista"y poco fiable?
Efectivamente, a partir de la manifestación explícita de don Mario Vargas Llosa a la candidatura de Ollanta Huma, un grupo de intelectuales se ha sumado a la campaña en segunda vuelta frente a la candidata Keiko Fujimori. Habría que hacer, por necesidad, dos intervenciones: en primer lugar, mencionar que de igual forma se han pronunciado diversos intelectuales a la candidatura de Keiko Fujimori, y otros intelectuales –tal vez los de menor número- a votar en Blanco; en segundo lugar, responder al porqué de dichas posiciones: creo que, sin dudas, dichas adhesiones no son tanto producto de la identificación ideológica hacia con el candidato (a) como por la aversión y el rechazo que produce la contraparte. Dudo, sinceramente, que ambos grupos de intelectuales –aquellos que apoyan a una u otro candidato- lo hagan siguiendo los dictados de la razón y no los de los sentimientos, tal cual cualquier otro elector.


–¿Humala ha "moderado"su postura política por convicción o por necesidad?
–En lo personal, no tengo ninguna duda que el candidato no ha moderado su postura; sostengo, desde antes de la primera vuelta, que esta personificación de última hora es una treta del marketing político, lo cual es perfectamente entendible más allá de si es aceptable o no. Lo cierto es que en sus discursos en el interior del país, el candidato Humalo ha persistido en su discurso violento, anticapitalista, confrontacional, racista y polarizador. Basta con revisar los videos colgados en la famosa caja boba de la internet para corroborar este hecho.


–Si gana Humala, ¿hay alguna garantía de que, una vez en el poder, no aplique la política del "socialismo del siglo XXI"?
–Ninguna. De hecho, la estrategia sigue lo que ha ocurrido en otros países de la región, como Bolivia, Ecuador, Nicaragua y Argentina. El procedimiento es siempre el mismo; Hugo Chávez, en esta voragine conquistadora, consigue al aliado y de ahí los mecanismos de acción hacen el resto: financiamiento vía valijas diplomáticas y encomenderos, trabajo a nivel de bases sociales sindicales, radicales y progresistas, dependiendo del país deciden si se plantea o no el cambio constitucional, etcétera. En el caso de Ollanta Humala, el ejericicio ha virado de la campaña estilo Evo en el 2006 al estilo Nestor Kirchner, vislumbrando a la esposa de Ollanta, Nadine, como una eventual sucesora al cargo. Es tan evidente la treta que llama la atención la inocencia con la que actúan los intelectuales pro-Humala.


–Keiko Fujimori ha negado que, si ganase, indultaría a su padre ¿hasta qué punto se puede confiar en esa promesa?

–Evidentemente dicha oferta también debe ser tomada con mucho cuidado; si ella, efectivamente, deseara aclarar dicha oferta, ha podido realizarla de una manera más creíble. Ha prometido, ha jurado, y no obstante el 65% de la población no le ha creído, lo cual supone una alta desacreditación hacia con su palabra. No lo hacerlo decididamente, de paso, le puede costar la elección: ese 65% de incrédulos esconde parte del 15% de electores indecisos, en una elección donde los sondeos hablan de 2% de diferencia máxima.


Juan José Garrido Koechlin

Economista y director del Instituto Acción de Lima (Perú)