Japón

Radiaciones ionizantes: realmente son todas peligrosas

Pese a las devastadoras consecuencias de una fuga nuclear o una bomba atómica, el ser humano convive con las radiaciones día a día, e incluso ha conseguido «domarlas» y emplearlas en su beneficio. En el campo del diagnóstico y el tratamiento contra algunos tipos de cáncer se emplean los rayos X de alta intensidad y rayos gamma en dosis controladas

Radiaciones ionizantes: ¿realmente son todas peligrosas?
Radiaciones ionizantes: ¿realmente son todas peligrosas?larazon

Todos los seres humanos están expuestos, en mayor o menor medida, al fenómeno de las radiaciones. De forma natural una persona recibe una dosis ambiental entre uno y cinco milisiever (mSv, unidad de medida), según la zona de la Tierra en que viva. Aparte de la radiación natural, convivimos con otras radiaciones, que se emplean en la creación de energía o en la medicina.

Ante este panorama, ¿por qué saltan las alarmas en Japón? ¿A qué están expuestos sus ciudadanos tras los accidentes de la central nuclear de Fukushima? Entre las radiaciones ionizantes más peligrosas para cualquier tipo de organismo vivo se encuentran las provocadas por la energía nuclear. Los materiales radiactivos esparcidos en el aire a causa de los daños provocados por el terremoto de Japón en una de sus plantas nucleares podrían contaminar el agua y las fuentes de alimentos, una situación que eleva el riesgo de desarrollar cáncer sobre todo a los niños y a los recién nacidos. La liberación de materiales radiactivos puede llegar a desencadenar trastornos. «Por fisión del uranio-135 se generan varias decenas de productos radiactivos. Los efectos que tendrá para la salud no los sabemos aún. Se han superado los límites considerados de seguridad, pero no hay dosis sin efecto al azar», comenta Eduardo Rodríguez Farré, médico experto en toxicología y radiactividad del Instituto de Investigaciones Biomédicas de Barcelona, del CSIC. El yodo 131, el cesio 137 y el estroncio 90 son considerados los contaminantes más perjudiciales para la salud. «Al inhalar yodo, este radioisótopo que provoca radiación gamma se queda en la tiroides. Para contrarrestar sus efectos se están dando pastillas de yodo para saturar la glándula endocrina y evitar que entre más cantidad. Sin embargo, con el cesio y el estroncio, que producen radiaciones beta, los efectos no dependen únicamente de la exposición recibida», aseguró Farré.


En concreto, según la OMS, recibir dosis por encima de 1.000 mSv al año pueden producir un síndrome agudo de radiación con daños en la médula, mientras que por encima de 10.000 mSv, el corazón y el sistema digestivo pueden verse afectados. Pero los daños tienen mucho que ver con el azar. «El cesio 137 -prosigue- se acumula, como el potasio, en músculos y en tejidos blandos. El estroncio 90 se incorpora, al igual que el calcio, en los huesos con una probabilidad de que permanezca allí 30 años de media. La radiación puede alterar la célula o su DNA y se destruye. En otras ocasiones se puede romper un trozo de ADN y en algun caso se puede desencadenar la alteración de un gen que puede provocar células cancerosas. Ahí no hay relación directa de dosis y consecuencias. El impacto sobre la población general depende del azar, aunque tendrán más riesgo de padecer cáncer, aun en dosis relativamente muy bajas».

Según el patólogo químico de la Universidad de Hong Kong Lam, Ching-wan, «las explosiones podrían exponer a la población a una radiación a más largo plazo, que podría elevar el riesgo de cáncer. Éstos son tumores en la tiroides, de huesos y sanguíneos». La radiación es peligrosa porque puede causar cambios o mutaciones en el ADN, que pueden generar alteraciones celulares malignas o cancerígenas. Mientras que el cuerpo humano puede reparar los cambios o daños que sufra la huella genética, una persona sólo está segura si el proceso de reparación se produce de forma rápida que el tiempo que tarda el ADN dañado o mutado en replicarse. Rodríguez-Farré, autor de varios estudios sobre los efectos del desastre de Chernóbil, advierte del riesgo de la dispersión del plutonio que se encontraba en las piscinas de la central situadas prácticamente al nivel del mar. El plutonio dispersado en el ambiente permanece miles de años y también es altamente tóxico.

En positivo
Pero los expertos coinciden en que pese a ese panorama tan negro que se vive en Japón y que se desprende de los accidentes nucleares, la radiación ionizante empleada de forma precisa y controlada es segura y eficaz para el diagnóstico y tratamiento de un amplio abanico de patologías. Y pese al miedo que pueda generar someterse a este tipo de radiaciones, los expertos, como Marisa España, jefe de Radiofísica y Protección Radiológica del Hospital Universitario de La Princesa de Madrid ypresidenta de la Sociedad Española de Protección Radiológica (SEPR), apuntan que «se debe optimizar la dosis de radiación para que sea la mínima compatible con una imagen apta para el diagnóstico, o en el caso de la terapia con el objetivo del procedimiento».

En este sentido, Ferrán Guedea, jefe del Servicio de Oncología Radioterápica del Instituto Catalán de Oncología de Hospitalet de Llobregat (Barcelona) ypresidente de la Sociedad Española de Oncología Radioterápica (SEOR), explica que «en España tenemos una legislación muy completa para la protección radiológica en las exposiciones médicas, de forma que se optimiza la dosis de radiación para que sea la mínima compatible con una imagen apta para el diagnóstico, o en el caso de la terapia con el objetivo del procedimiento, pero lo más importante es que las exposiciones estén justificadas». Ello hace referencia al tratamiento de radioterapia, ya que uno de cada seis afectados por un tumor deberán recibir esta terapia para vencer al cáncer.


Dentro del campo de las exposiciones médicas a radiaciones ionizantes debe distinguirse entre procedimientos diagnósticos y terapéuticos, que se realizan en el campo del radiodiagnóstico, la medicina nuclear y la oncología radioterápica. «Los tipos de radiaciones utilizados en cada uno de ellos son diferentes, siendo los más utilizados los rayos X en el ámbito del radiodiagnóstico», apunta España.

«En el caso de radiodiagnóstico los valores de dosis efectiva pueden variar entre 0,02 mSv, en el caso de una radiografía de tórax, hasta 10 mSv en el caso de algunos estudios de TAC (Tomografía Axial Computerizada). Quizás para poder explicar más fácilmente lo que representa la diferencia entre estos valores, comparemos con la dosis efectiva que recibimos todos nosotros por exposición al fondo radiactivo natural –entre uno y cinco mSv–. La dosis efectiva recibida por una radiografía de tórax equivale a la recibida por exposición al fondo radiactivo natural durante tres días, y en el caso de algunos exámenes de TAC a la recibida durante cuatro años y medio», explica con detalle España.


Al hilo de lo cual, y a modo de paréntesis, se puede puntualizar y comparar con lo que se expone la población japonesa estos días. Sin hacer referencia a los empleados que se encuentran en primera línea de batalla en la central, cuyos niveles superan los 2 mSv/hora con consecuencias graves en su salud a largo plazo, en el perímetro de seguridad de la zona la mediciones, según los expertos, aún no son significativas.

«La posibilidad de que haya riesgo para la población es más que remoto», según asegura el profesor titular de Ingeniería Nuclear y Protección Radiológica de la Universidad Politécnica de Madrid, Eduardo Gallego, quien reconoce que, «pese a haber alejado a la población a más de 20 kilómetros de la zona afectada, si no consiguen refrigerar a tiempo el combustible se podría generar una nube radioactiva».

De vuelta a las ventajas de las radiaciones en la medicina, hay que mencionar su probada utilidad terapéutica. La radioterapia emplea rayos X de alta intensidad y gamma que destruyen la células malignas y trata de preservar al mismo tiempo los tejidos sanos sin alteraciones. «Empleamos dosis controladas, que medimos en Gray y que varían mucho según el tipo de lesión y el tiempo del tratamiento. Y las curaciones que obtenemos son muy altas como por ejmplo en cáncer de prostata en el cual más del 90 por ciento se curan utilizando la radioterapia», explica Guedea.

¿Qué es?
Es la propiedad de ciertos cuerpos cuyos átomos, al desintegrarse espontáneamente, emiten radiaciones. Si la radiación transporta energía suficiente como para provocar ionización en el medio que atraviesa, se dice que es una radiación ionizante. En caso contrario se habla de radiación no ionizante como los rayos ultravioletas, las ondas de radio, TV, telefonía móvil o microondas son algunos ejemplos de radiaciones no ionizantes.

¿Cómo se produce?

Las emisiones radiactivas son los productos de fisión, partículas en suspensión y gases nobles, que se desplazan a través del aire en forma de nube y cuya dirección puede variar en función de las condiciones meteorológicas.

¿Cómo se propaga?
La dispersión por la atmósfera de los productos radiactivos procedentes de una fuga en un reactor nuclear podría llevar a una parte de las mismas a distancias superiores a la zona evacuada e implicar aumentos de los niveles de fondo de la radiación natural, que sí impliquen dosis a la población. En la algunos casos, el agua y la tierra también ejercen de vectores.

¿Cómo se absorbe?
La exposición a la radiación es captada por el organismo a través de la piel, las vías respiratorias y el sistema digestivo. Los emisores de radiaciones ionizantes pueden provocar: irradiación, interna o externa, acción por la cual una persona u objeto se ve sometida o expuesta a los efectos de las radiaciones ionizantes y contaminación interna o externa.

¿Qué efectos tiene?
Las personas afectadas con una dosis superior a un sievert (Sv) pueden presentar lesión medular, que viene precedida de disminución en la producción de hematíes, leucocitos y plaquetas. Si la dosis recibida es superior a siete sieverts se producen también cuadros digestivos, a nivel de intestino delgado.

Población de riesgo
Los organismos más jóvenes son los que tienen más riesgo, pues sus células se multiplican a mayor velocidad. Por ello, se ha de proteger a los niños y a las mujeres embarazadas.

Bomba atómica
Hace falta usar núcleos fisibles o fisionables como el uranio-235 o el plutonio-239. La explosión de una bomba nuclear es la radiación que causa más daño, proporciona más calor y favorece el desplazamiento de las emisiones radiactivas. Despide rayos gamma y neutrones que son absorbidos por el organismo. En el caso de una bomba de alto rendimiento (megatones), la zona de dosis letal se sitúa dentro de la región devastada por el calor y la presión, por lo que la radiación inmediata no contribuye con nuevas víctimas a corto plazo. Para bombas pequeñas (pocos kilotones), la zona de dosis superior a los 400 rads (1.000 mSv) coincide con la zona donde los efectos de la onda de choque y del calor son causa probable de muerte.
 

Vapor radiactivo
Las emisiones radiactivas, consecuencia de la fisión nuclear, son partículas en suspensión y gases nobles, que se desplazan a través del aire en forma de nube y cuya dirección puede variar en función de las condiciones meteorológicas. Los principales productos resultantes más dañinos para la salud son el celsio-137, el yodo-131 y el estroncio-90. «Por fisión del uranio 135 se generan varias decenas de productos radiactivos. Los efectos que tendrán para la salud no los sabemos aún. Se han superado los límites considerados de seguridad, pero no hay dosis sin efecto al azar», manifiesta Eduardo Rodríguez Farré, médico experto en toxicología y radiactividad del Instituto de Investigaciones Biomédicas de Barcelona, del CSIC.
 

Radiografías
Se emplean rayos X para obtener imágenes médicas. Estas ondas electromagnéticas son extraordinariamente penetrantes y atraviesan ciertos cuerpos gracias a la emisión de los electrones internos del átomo. Originan impresiones fotográficas y se utilizan en medicina como medio de investigación y de tratamiento. Las dosis no supera el milisíver, frente a los tres de media que recibe una persona al año de media.
 

Medicina nuclear
Tanto para diagnosticar como para tratar. Se utilizan radiotrazadores o radiofármacos que están formados por un medicamento transportador y un isótopo radiactivo (como Tc-99m, tecnecio, tali-201, iridio...). Estas sustancias se aplican dentro del organismo humano por diversas vías (la más utilizada es la vía intravenosa). Mediante la utilización de una gammacámara se obtienen imágenes de dicho órgano, que no son únicamente morfológicas, sino funcionales y morfo-funcionales. En los últimos años, gracias a la tomografía por emisión de positrones (PET), los estudios han pasado a ser moleculares. Las dosis llegan a alcanzar los 10 milisiver en una prueba de abdomen, la misma que recibe uno de forma natural durante tres años.