Impuestos

Más que ajuste por Javier Flores

Por todos es conocido el efecto que la paralización de la actividad urbanística y del mercado del suelo ha tenido en los ayuntamientos, cuyos ingresos dependían de una burbuja inmobiliaria que les ha permitido gastar cada año más que el anterior, en una interminable expansión del gasto que reposaba sobre la convicción del dinero creciente sin fin.

La Razón
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La inmensa mayoría de nuestros alcaldes estaban determinados a gastar cada vez más para siempre y ahora resoplan ante la fuerte reducción de ingresos por tasas urbanísticas, por impuesto de construcciones y por plusvalías, sin aceptar que lo de antes, que es gastar y gastar, ya no volverá nunca. Éste podría ser un momento adecuado para impulsar nuevas políticas urbanísticas, eliminar gastos suntuarios, eliminar subvenciones sin interés social, vender o alquilar propiedades prescindibles, sustituir servicios por otros más baratos, detener proyectos faraónicos, aplicar el complemento de productividad como manda la Ley, eliminar las vacantes y extinguir las plazas no justificadas, lograr que el personal haga cosas que ahora se contratan fuera, evaluar la necesidad de patronatos, empresas municipales, mancomunidades y consorcios.

En su lugar las corporaciones locales, impacientes a la espera de los brotes verdes y la vuelta a lo de siempre, se han lanzado directamente a pisar el acelerador de la máquina de recaudar impuestos, sobre todo el IBI y el IAE. En la recaudación del IBI, según la Agencia Tributaria, hay una tendencia general a que la cuota suba a pesar de que el tipo impositivo es el mismo y de que el valor de la vivienda (que es lo que se grava) esté bajando. Los ayuntamientos actualizan al alza y contra la tendencia del mercado los valores del suelo, con lo que aumentan la base liquidable sin subir el tipo de gravamen, dando lugar a aumentos de la cuota.

Algo similar sucede con el IAE, que es el tributo que más ha subido durante la crisis, en un contexto en el que la actividad económica debería incentivarse en lugar de penalizarse de cara a la creación de empleo. Frente al afán recaudatorio mal dirigido, pasar del ajuste a la mejora de la eficiencia debería ser el objetivo de la política económica municipal en la era de la austeridad.

 

Javier Flores
Analista de Asinver