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Espartaco Martínez por J A Gundín
El sindicalista Martínez, honra y prez de la vanguardia obrera, puede que ande un poco suelto de lengua, pero corazón más generoso no cabe en pecho humano y es digno de un mecenas del Renacimiento. Su pasión filantrópica, que celosamente ha guardado para sí durante tanto tiempo porque la mano izquierda no debe saber lo que se pilla con la derecha, edifica el espíritu e ilumina la conciencia en medio de la oscuridad capitalista. Si España fuera EE UU, y no un corral de envidiosos y una gatera de rencores, ya llevarían su nombre una avenida en la capital, un colegio en Parla y un hospital en el Congo. En vez de eso, Rajoy le margina recibiendo antes a Bill Gates en La Moncloa; para que luego digan que no hay una campaña repugnante contra los sindicatos. Porque el mérito de Martínez no es que done lo que le sobra, sino que se quita el pan de la boca para dárselo a la famélica legión. No sólo entrega a UGT los 180.000 euros que cobra como consejero de Bankia; es que Hacienda le mete unos sablazos que le dejarían temblando si no tuviera el temple de Espartaco. Hagamos cuentas: si a los 180.000 euros del talón bancario le sumamos su legítimo sueldo de 40.000 como técnico liberado de Renfe, los ingresos ascienden a 220.000 euros anuales, cuya tributación se sitúa ahora por encima del 50% (otro ataque repugnante de Rajoy), lo que nos da una cantidad de 110.000 euros en concepto de impuestos. Si deducimos el 15% de la donación (27.000 euros), la declaración de la renta le sale a pagar más de 75.000 euros, es decir, el doble de su sueldo. ¿Qué, tiene o no tiene mérito nuestro héroe? Y encima ni se preocupa por saber cómo le sale la declaración del IRPF, según confesó en rueda de Prensa. Aunque vienen tiempos recios contra los sindicatos, el altruismo de Espartaco Martínez flamea como una bandera convocando a la huelga general.
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