Galicia
Galicia cuna de la licantropía
«Lobos de Arga», entre el humor y el terror, está ambientada en un pueblo del Norte
Se impone la mezcla de géneros. «Lobos de arga» tiene tanto de comedia como de cine fantástico, como admite su director, Juan Martínez Moreno: «El reto era, además de esta fusión, hacerla muy española, aunque debo reconocer que la escribí como ejercicio porque no creí que fuera a encontrar a un descerebrado que quisiera producirla». Pues no sólo lo halló, sino que consiguió, nada menos, que un presupuesto de cinco millones de euros. Se han empleado, sobre todo, en que las escenas de terror fueran lo más creíbles posibles: «Los efectos digitales están bien cuando no se abusa de ellos, pero no se debe usar para abaratar el presupuesto. El festival digital de películas como "Underworld", por ejemplo, no me emociona», asegura el realizador, que filmó anteriormente «Un buen hombre» y «Dos tipos duros». Así que hubo días de rodaje que se emplearon hasta 35 maquilladores para crear la armadura de prótesis y pelos que envolvía a los figurantes. Este batallón de hombres lobo son los habitantes de un pueblo de Galicia sobre el que pesa una maldición gitana desde 1910, cuando la bisabuela de Tomás Mariño (Gorka Otxoa) sucumbió ante los encantos de un rumano. El maleficio sólo se despejará si uno de los descendientes varones de esa familia muere. Así que lo que iba a convertirse en un homenaje al escritor fracasado en que se ha convertido, es, en realidad, la antesala de su tumba. Contra este desagradable final le ayudarán a luchar su agente literario (un Secun de la Rosa con una incontinencia verbal insoportable) y su amigo de la infancia (Carlos Areces, resentido tras varios años de olvido y abandono). La cinta ha vivido un periplo festivalero importante antes de su estreno y tiene cerrada la distribución en varios países como Japón, Estados Unidos o Alemania: «Y no son más porque se trata de una comedia», se lamenta el equipo.
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