Reforma constitucional
Cortina de humo por Alfredo Menéndez
Y qué hacemos si a Sheldon Adelson no le gusta la ley de la gravedad o la de los vasos comunicantes en Madrid ¿las cambiamos? Pues con la ley antitabaco debería pasar lo mismo: se queda como está lo diga Eurovegas o el mismísimo Philip Morris y si se quiere cambiar que salga de un debate interno, nunca desde Nevada. Después de una muy mala primera ley a la que seguramente Esperanza Aguirre hizo bien en oponerse, la segunda – la actual – no tiene más vuelta de hoja y goza de cierta aceptación social incluso entre los fumadores. No se le puede atribuir a la ley la bajada en la recaudación: es la crisis, hosteleros. No el tabaco.
Flaco favor se le hace a la salud al abrir este debate que no tiene nada que ver con la libertad. No son iguales los derechos del que fuma y los del que no quiere fumar. Y encima ya habíamos hecho lo más difícil: ese era el verdadero paso al frente y desandar el camino no tiene ningún sentido ni sanitario, ni social. Igual esta vez Tomás Gómez sí que tiene razón –sólo esta vez, tampoco nos pasemos– y se trata de toda una cortina de humo. Pero de humo del malo.
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