San Sebastián
Alberto Aguilar el hábito hace al monje
San Sebastián de los Reyes. Primera de la Feria del Cristo de los Remedios. Se lidiaron toros de Victorino Martín, desiguales de presentación, con mayor presencia los tres últimos. Los mejores, 2º y 5º, ovacionado en el arrastre, ambos encastados y con nobleza. Menos de media entrada.- Curro Díaz, de verde botella y oro, estocada contraria (saludos tras petición); pinchazo, media atravesada, dos descabellos (saludos).- Alberto Aguilar, de blanco y plata, estocada muy trasera, aviso, descabello (saludos tras petición); estocada perpendicular, aviso, dos descabellos (oreja).- Daniel Luque, de nazareno y oro, cuatro pinchazos, aviso, tres descabellos (silencio); pinchazo, media, descabello (silencio).
Medio siglo de toros en el actual coso de San Sebastián de los Reyes. Cincuenta años de toros y otros tantos de Victorino Martín como ganadero desde que el vecino pueblo de la capital construyera en apenas dos meses su particular templo del toreo y el encierro. Doble celebración. Por ello, volvieron a cruzar ayer su camino la plaza de La Tercera y el criador de Galapagar.
Reparto de placas y felicitaciones nada más romperse el paseíllo. Sin embargo, la onomástica no pasó de un entretenido festejo en el que Alberto Aguilar cortó una oreja del encastado quinto.
Curro Díaz abrió plaza con un trasteo fiel a su personal concepto de la tauromaquia. Torero el inicio para sacarlo a los medios, el jiennense basó su labor en el pitón derecho. Logró extraer dos buenas series en redondo con la hondura como gran virtud. Sin embargo, los remates y las trincherillas fueron una vez más las señas de identidad de su labor. Mató de estocada contraria, pero el presidente le negó la oreja y saludó una ovación tras fuerte petición. En el cuarto, de nuevo, pinturero y con mucho sabor en los remates. De cartel de toros, los cambios de mano. Preciosos. Del toreo fundamental, con mayor lustre al natural. Relajado y con desmayo, por momentos. Esta vez marró con los aceros y saludó otra ovación.
Por la vía de la sustitución entró Alberto Aguilar en lugar del herido Iván Fandiño. Suyo fue el mejor lote. El madrileño se encontró con un bravo animal que no paró de meter la cabeza y humillar desde que salió de chiqueros. Pudo estirarse a la verónica en un entonado saludo capotero. Pronto a la muleta, la faena tomó vuelo tras una buena serie al natural refrendada por dos más por el pitón derecho. La espada, muy trasera. Saludó una ovación tras petición.
Ante el quinto, el más noble del encierro por su vibrante embestida, firmó una buena faena, iniciada con templados doblones rematados con el pase del desprecio. Todo muy torero.
Esforzado, cuajó por ambos pitones al astado, que se empleó y humilló con el hocico rozando el albero en cada muletazo, destacando las dos últimas series en redondo. La espada cayó perpendicular y tuvo que usar por dos veces el verduguillo, que no le privó de cortar la única oreja de la tarde.
Haciendo surcos en el albero, con frenética vitalidad de movimientos, salió el primero de Daniel Luque, que debutaba con «victorinos» como su compañero Curro Díaz. No fue un dulce encuentro para el de Gerena, que sorteó un burel buscón, tobillero y corto en las embestidas. Aún así, el sevillano arrancó dos series estimables por el pitón izquierdo, el mejor del cárdeno. Con la espada, además, pegó un sainete.
El sexto, tan precioso de lámina como soso, se acostaba en el viaje al igual que su primero. Luque redujo las distancias y se metió entre los pitones. Pero, no era su tarde. Imposible arañar algún botín. Un arrimón que sólo sirvió para justificarse.
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