Brexit
Barnier advierte de que el Ulster será una frontera exterior más
El camino de Reino Unido hacía el Brexit está plagado de emboscadas. Ni siquiera en aquellos aspectos en los que parece imperar la buena voluntad, el sendero aparece despojado de maleza. El negociador jefe de la UE, Michel Barnier se mostró este jueves «preocupado» por la posición negociadora de Reino Unido sobre Irlanda. Uno de los tres aspectos capitales junto con la factura de salida y los derechos de los trabajadores que deben estar resueltos, antes de la cumbre de los días 19 y 20 de octubre en Bruselas, como requisito para pasar a la siguiente fase en la que se discuta el acuerdo futuro entre Reino Unido con sus todavía socios. Y, precisamente, uno de los temas en los que, a priori, las diferencias parecían menos acusadas.
A pesar de que ambas delegaciones comparten la convicción de poner en marcha una frontera invisible entre las dos Irlandas para evitar que vuelvan los fantasmas anteriores a la firma de los acuerdos de Viernes Santo, los puntos coincidentes terminan prácticamente aquí. El político francés cree que Londres pretende utilizar el caso irlandés como un «experimento» y recuerda que la frontera del Ulster se convertirá en un límite exterior de la UE en el que no se puede suspender ni la unión aduanera ni el mercado único. Bruselas teme que Londres, ante la necesidad de evitar controles fronterizos físicos entre las dos Irlandas, acabe utilizando un tema de máxima sensibilidad política para acabar instaurando una sistema libre de aduanas que después sea replicado a la relación futura, en una suerte de acuerdo a la carta.
Moneda de cambio
Fuera de micrófono, fuentes diplomáticas alertaban, antes del inicio de la tercera ronda negociadora celebrada la última semana de agosto, de su preocupación por que el tema irlandés pudiera ser utilizado como «moneda de cambio» y consideraban el documento de Reino Unido con demasiado «pensamiento creativo». En la capital comunitaria fue visto con recelo que Downing Street publicase el documento sobre el Ulster justo un día después de su propuesta sobre aduanas mientras seguía (y todavía sigue) sin presentar un texto claro sobre qué compromisos financieros está dispuesto a asumir tras su partida.
Ante la máxima importancia del mensaje político, Barnier celebró ayer una rueda de prensa para presentar seis nuevos documentos sobre la posición negociadora europea. El más importante: la propuesta europea sobre Irlanda. Paradójicamente, salvo la necesidad de salvaguardar la «zona de viaje» común entre las dos Irlandas, el documento plantea más interrogantes que propuestas y pide a Londres que mueva ficha y utilice toda la «creatividad» posible para una empresa de tal envergadura.
Sobre lo demás, Barnier volvió a ser fiel a sí mismo y constató la falta de avances. Insistió en que la UE no asumirá «a Veintisiete lo que se comprometió a Veintiocho» en referencia a los pagos comprometidos dentro de los presupuestos plurianuales 2014-2020 y se mostró dispuesto a negociar un periodo de transición si Reino Unido lo pide. Una posibilidad que Londres ha comenzado a admitir de manera clara tras meses de rechazo. Por lo demás, las negociaciones permanecen atascadas y el reloj sigue corriendo. Bruselas espera que Londres reaccione, pero la falta de sintonía entre los dos equipos que deben firmar el divorcio es imposible de disimular.
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