Bruselas

Bruselas reitera a Londres que el Brexit es reversible

Un zorro pasa ante el número 10 de Downing Street, residencia de la «premier» Theresa May, ayer
Un zorro pasa ante el número 10 de Downing Street, residencia de la «premier» Theresa May, ayerlarazon

Tusk asegura ante la Eurocámara que «si Reino Unido cambia de idea, nuestros corazones siguen abiertos» y da alas a una segunda consulta

Las autoridades europeas han vuelto a dar alas a la hipótesis de un segundo referéndum en Reino Unido capaz de revertir el divorcio británico. El presidente del Consejo, Donald Tusk, en un debate en la Eurocámara utilizó ayer las palabras del David Davis, el negociador británico para el Brexit, para apelar a una posible marcha atrás. ¿No fue Davis quien dijo que si una democracia no puede cambiar de idea no es una democracia? Nosotros aquí, en el continente, no hemos cambiado de idea. Nuestros corazones siguen abiertos», aseguró. Poco después, el presidente de la Comisión, Jean Claude Juncker, también presente en el hemiciclo, redundó en la misma idea, aunque en un tono menos lírico: «No me gustaría que en Londres dejaran de escuchar lo que el señor Tusk dice».

No es la primera vez que el presidente del Consejo realiza este llamamiento. En junio de 2017 el político polaco, parafraseando la canción «Imagine» de John Lenon aseguró: «Algunos de mis amigos británicos me han preguntado si el Brexit se puede revertir y si puedo imaginar un resultado donde Reino Unido se quede dentro de la UE. Les he dicho que la Unión Europea se construyó sobre sueños que parecían imposibles de lograr. Así que, ¿quién sabe? Yo soy un soñador, pero no soy el único». En octubre, volvió a apoyar la misma idea que, aunque no es nueva, llama la atención por el momento escogido: justo cuando se comienza a negociar la segunda fase del proceso, la más sensible y complicada, según se reconoce tanto en público como en privado en la capital comunitaria. Los Veintisiete comenzaron la semana pasada a acordar las líneas rojas en el periodo de transición desde el divorcio en marzo de 2019 hasta el comienzo de la nueva relación con Londres. Sin embargo, tras la llamada al hijo pródigo, Tusk emitió un aviso a navegantes. «Si Reino Unido mantiene su decisión de abandonar la UE, el Brexit será una realidad con todas sus consecuencias negativas en marzo del año próximo».

Londres ignoró sus palabras y aseguró que no habrá marcha atrás. «Creo que hemos sido absolutamente claros: los británicos votaron a favor de abandonar la UE y eso es lo que haremos», insistió el portavoz de Theresa May. Por su parte, el ministro de Exteriores, Boris Johnson, también descartó la posibilidad de otro referéndum. «Acabamos de tener uno, y creo que fue bastante bien, aunque causó mucho dolor».

El debate venía precedido por una cascada de filtraciones a la Prensa de ambos lados del Canal. «The Times» y el medio online «Político» accedieron a un borrador en el que los Veintisiete exigen a Londres retrasar el fin de la libre circulación de ciudadanos europeos hasta diciembre de 2020 –21 meses después de la consumación del Brexit–, garantizando los derechos de residencia de los europeos que lleguen al país hasta esa fecha. El preacuerdo de divorcio al que la UE llegó en diciembre con Downing Street abogaba por asegurar el mismo estatus a los ciudadanos europeos tan sólo hasta la salida del bloque, lo que supone un evidente endurecimiento de su postura. El «Financial Times» asegura que los 27 también están dispuestos a imponer restricciones a Londres durante la transición a la hora de negociar acuerdos de libre comercio con países terceros y «The Guardian» informaba del enfado de Noruega ante la posibilidad de que Reino Unido reciba trato preferente en su pacto comercial.

Todas las informaciones apuntan a la misma dirección: las cancillerías europeas no van a mostrarse más indulgentes con May, más bien todo lo contrario. «El periodo transitorio no se puede dar por sentado. Si no se cumplen las condiciones, el Partido Popular Europeo no dará su consentimiento», sentenció ayer su jefe de filas, el alemán Manfred Weber, cuya voz es considerada un buen termómetro de las opiniones de Angela Merkel.