Berlín
Con Snowden, «los enemigos se frotan las manos»
Los responsables de los tres organismos de los servicios secretos de Reino Unido comparecieron ayer juntos ante la comisión parlamentaria de inteligencia. La foto que dejaron para el recuerdo fue histórica. Con excepción de la última película de James Bond, nunca antes se había visto compartiendo pantalla al jefe del MI5 (seguridad), MI6 (inteligencia) y GCHQ (centro de escuchas). Sin embargo, la ocasión lo requería porque las filtraciones de Edward Snowden han causado revuelo entre los británicos, que temen por su privacidad, y los diputados tenían que determinar si la actividad de las agencias violaba los derechos civiles.
«Nuestro trabajo consiste en proteger a la población, no en leer sus correos o escuchar sus llamadas». Iain Loaban, del GCHQ, no pudo dejar el mensaje más claro. El organismo que dirige está en el punto de mira desde que los documentos robados por Snowden lo vincularan con el programa de espionaje PRISMA de EE UU. Pero lo cierto es que, según apuntó su compañero, John Sawers, del MI6, lo único que han conseguido las revelaciones del ex agente de la CIA es «hacer daño» y «poner en riesgo» las operaciones en las que todos trabajan.
En defensa de la libertad
«Al Qaeda y otros terroristas se frotan las manos por todo el daño causado a los servicios de inteligencia occidentales. Es más, las filtraciones les han llevado a cambiar su 'modus operandi' y ahora nos resulta más difícil interceptar sus comunicaciones», recalcó. En esta línea, advirtió de que la vigilancia a grupos en Oriente Medio, Afganistán y el sureste asiático había «detectado conversaciones» entre los terroristas sobre la necesidad de cambiar sus sistemas operativos «y evitar lo que ahora perciben como vulnerable».
Las agencias que ambos expertos dirigen han sido criticadas por traspasar la línea de la privacidad para garantizar la seguridad. Pero tanto Sawers como Lobban insistieron en que las actividades se realizan dentro del marco legal y en ningún caso «socavan la libertad ni la democracia». Al respecto, el responsable del centro de escuchas matizó que no se dedican a «a hurgar en las llamadas y correos de inocentes». «No empleo al tipo de gente que querría hacer eso. Nos encantaría que los terroristas utilizaran unas vías de comunicación distintas al resto de la población, pero lamentablemente no es así, por lo que tenemos que interceptar los mensajes sospechosos», afirmó. Así defendió que algunos de sus métodos deben «permanecer en secreto», pero «secreto no significa siniestro». Por su parte, Andrew Parker, del MI5, señaló que los valores de la «democracia y libertad» están muy presentes en sus actividades diarias, y que precisamente trabajan para que estas premisas no sean amenazadas por otros países que no las respetan.
La legislación fue otra de las cuestiones relevantes, porque las normas que regulan los servicios secretos datan de los años 80, 90 y 2000 y las determina la Cámara de los Comunes. Los comparecientes remarcaron que se limitan a «ceñirse al marco legal», aunque internet evoluciona muy deprisa, por lo que los diputados decidieron examinar si las leyes actuales «siguen siendo adecuadas» en la era digital. La intervención de los jefes de inteligencia ante la comisión presidida por el ex ministro conservador Malcolm Rifkind fue televisada, aunque con dos minutos de retraso para cortar la emisión si se comprometía la seguridad. Sin embargo, nada de lo que se dijo resultó comprometedor y la comisión se mostró satisfecha con las respuestas.
La intervención, que duró 90 minutos, estuvo dividida en distintos bloques. El último se dedicó al espionaje a Reino Unido. Las últimas filtraciones señalan que las escuchas entre socios están a la orden del día. Las embajadas británica y estadounidense en Berlín han sido acusadas de espiar a Merkel tras pinchar su móvil, pero el responsable del MI6 se limitó a decir que «no es cierto» que «se espíen todos a todos» porque «no hay recursos suficientes».
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