Brexit

Cuestión de liderazgo

La Razón
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Habiendo liderado David Cameron la campaña a favor de la permanencia en la Unión Europea (UE), poco sorprende que, con la victoria del Brexit, haya anunciado su intención de dimitir (un práctica casi habitual en política después de perder un referéndum de tamaña importancia, ejemplificada también hace poco con la renuncia del Primer Ministro escocés en 2014, cuando los escoceses decidieron seguir siendo parte de Gran Bretaña). El hecho de que Cameron tenga la intención de hacerlo el próximo septiembre es, sin embargo, curioso. La lógica detrás de esta decisión probablemente radicará en su objetivo de no agravar la presión que está sufriendo el país a raíz del resultado de la votación. En otras palabras, mientras que la libra baja hasta niveles de hace 31 años en comparación con el dolar y las acciones de los bancos y las propiedades se descalabran, el “premier” no quiere empeorar la volatilidad de los mercados financieros británicos por el tipo de inestabilidad política que conllevaría su abandono súbito del cargo.

Seguramente, no activará el Artículo 50 y esto es comprensible, dado el hecho de que apoyó la permanencia de Reino Unido en la Unión. Sabe que no hay un límite de tiempo en el que lo deba hacer. De hecho, técnicamente, el comienzo del proceso de Brexit se podría mantener en el aire indefinidamente (aunque algunas voces mantengan que el referéndum por si mismo ya implica el inicio del proceso del Artículo 50). Cameron no quiere asumir por sí mismo la responsabilidad de haber conducido a la nación fuera de la UE y no hay ningún acuerdo legal que pueda, teóricamente, forzarle a hacerlo.

Si lo debe o no lo debe hacer depende de desde qué perspectiva hablemos. Claro, hay un mutuo interés en resolver el asunto del Brexit tan pronto como sea posible y reducir la volatilidad del mercado, etc., pero invocar el Artículo 50 ahora no es necesariamente el camino para hacer cualquiera de las dos cosas, desde mi punto de vista. Cuando la cumbre de comienzo, los dirigentes europeos dirán que están preparados para iniciar el proceso rápidamente y que esperan una notificación lo más rápido posible. Pero no harán una petición formal. Seguramente, el primer paso pase por un cambio de liderazgo en Westminster que sea lo más calmado posible y que inyecte tranquilidad en el mercado financiero británico. Después, una vez se establezca este nuevo gobierno en Reino Unido, poco podrá hacer el nuevo primer ministro para evitar la presión política a la que será sometido para que active el Artículo.

El Artículo 50 prevé un periodo de dos años para el término de las negociaciones. Este periodo puede ser prolongado si hay unanimidad por parte de los 27 países miembros. Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo, ha indicado previamente que las negociaciones pueden llegar a durar siete años. En general, es un tema extremadamente complicado y sin ningún precedente. Gran Bretaña ha adoptado unas 80.000 páginas de legislación europea que tendrán que ser en gran medida eliminadas.

La UE ha hecho más progresos en lo concerniente a los preparativos de las negociaciones: a nombrado a un diplomático belga, que fue en su día ayudante del Presidente europeo Herman Van Rompuy, para dirigir el equipo negociador del bloque en cuanto al Brexit. Dirigirá un cuerpo especial que trabajará en el tratado de separación de Gran Bretaña. En el lado británico, una nueva unidad de la Unión Europea, que reunirá la experiencia del Consejo de Ministros, del Ministerio de exteriores, del tesoro y de los departamentos empresariales, fue anunciada hoy por Cameron en el Parlamento Británico.

Sobre el acercamiento de la UE a las negociaciones, puede que haya una división entre los eurócratas de Bruselas y los líderes de los países miembros. Puede que estos últimos quieran adoptar una actitud más dura en el “vis-à-vis” con Reino Unido que los primeros. En general, es bastante probable que la Unión sea especialmente rigurosa en las negociaciones para asegurar que una salida de la Unión no se vuelve demasiado atractiva para otros países también. Si ambos llegan a un acuerdo de libre mercado y otro de liberalización de los visados, el cambio en las relaciones entre Reino Unido y la Unión Europea serán mucho menos radicales para los europeos que lo que uno podría pensar. Independientemente, lo que es un problema real es que el Brexit constituye un precedente para salir de la UE, algo que por mucho tiempo se ha considerado poco atractivo y deseable.

La membresía del país en la Unión le era beneficiosa por varias razones. Los agricultores británicos no recibirán dinero por parte de la UE, que en 2015 ascendieron a un total de 2.400 millones el año pasado. Las zonas más pobres de Reino Unido no recibirán financiación regional en el futuro. Juntando los bienes y servicios, el porcentaje de exportaciones británica a la UE en 2015 fue del 44%. Las universidades británicas son grandes beneficiarias de las subvenciones para la investigación que provee la Unión. Los líderes de la campaña del Bremain cometieron errores enormes al no transmitir estos beneficios claramente a sus electores... Algunos ciudadanos incluso votaron para irse de la UE, por miedo a que Turquía entre. Algo que, de todos modos, no va a pasar en, al menos, las próximas tres décadas.

En lo que concierne a Escocia, hay poco que Wenstminster pueda hacer para prevenir una secesión si ésta es decidida por los escoceses. La posibilidad de otro referéndum escocés es ciertamente muy alta y, seguramente, éste tenga un resultado distinto al de 2014. También será importante mantener el foco sobre Irlanda en este sentido, ya que una mayoría también votó por la permanencia en la UE.