Elecciones en Brasil
El ascenso de la derecha deja en evidencia el fuerte desgaste del PT
La izquierda se prepara para un fin de ciclo
Con poco más del 50% de los votos, la mandataria Dilma Rousseff triunfó por un ápice sobre su rival conservador, Aecio Neves, del PSDB, lo que refleja un país con división de opiniones. A esta preocupanción hay que sumar la incertidumbre económica, la corrupción y un Congreso conservador. Todo indica, por tanto, que el próximo mandato de la presidenta no será un camino de rosas y que el ocaso del PT podría aproximarse.
Uno de los principales desafíos de esta ex guerrillera de 66 años, primera mujer presidenta de Brasil en 2011, será el de gobernar un país polarizado. En sus primeras palabras como ganadora, la mandataria señaló que la palabra más repetida durante la campaña fue «cambio» y la demanda más exigida, las «reformas». Por eso concentrará sus esfuerzos en impulsar «una reforma política que someteré a plebiscito».
No lo tendrá fácil. Y es que a pesar de las manifestaciones de junio –cargadas del simbolismo de un movimiento popular a favor de la renovación política y el avance en los derechos sociales–, el resultado de las elecciones del domingo reveló un giro en otra dirección. El aumento de militares, religiosos, ruralistas y otros segmentos más identificados con el conservadurismo en el Parlamento refleja, según el director del Diap, Antonio Augusto Queiroz, ese nuevo estatus. «El nuevo Congreso es, seguramente, el más conservador desde 1964», comenta el analista. Con este escenario, la presidenta tendrá difícil acometer las grandes reformas que exige el grueso de su electorado.
Los pasados comicios han servido también para reforzar dos futuras candidaturas, potenciales rivales de cara al 2018. Por un lado, el líder del PSDB, Aecio Neves, se ha ganado el respecto de sus compañeros de partido por su espectacular campaña; rompiendo todas las expectativas y enfrentándose a la enorme maquinaria oficialista. Por el otro, la ecologista Marina Silva sigue creciendo, disputando la izquierda al Partido de los Trabajadores. Aunque su posición sigue siendo ambigua, gana peso entre los indignados.
Además, esta campaña cargada de escándalos deja sobre la mesa un escabroso tema: la corrupción con denuncias de multimillonarios desvíos de la petrolera estatal Petrobras en beneficio del gobernante Partido de los Trabajadores y políticos aliados. «Las investigaciones de este escándalo mostrarán resultados tras las elecciones. Si se confirman las sospechas, podría desencadenarse una crisis», dice Ricardo Ribeiro, de MCM Consultores, quien opina que podrían aparecer nuevos esqueletos en el armario de Rousseff.
Otro de los grandes retos será el de allanar el terreno para un posible retorno del ex presidente Lula da Silva. No será fácil, porque cuando la presidenta termine su mandato, se cumplirán 16 años de Gobierno petista. Sin sucesión matrimonial, una fórmula que en su día utilizaron los Kirchner en Argentina, Lula decidió optar por una pareja de hecho. Su elegida fue Dilma. Sin embargo, se muestra preocupado ante las flaquezas de su pupila y teme que otro mandato acabe con sus sueños de reelección.
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