Estados Unidos
El desencanto político de los «millennials»
Radiografía electoral: Los nuevos electores. La desafección de los jóvenes estadounidenses con el sistema democrático favorece las opciones electorales de Donald Trump
La desafección de los jóvenes estadounidenses con el sistema democrático favorece las opciones electorales de Donald Trump
Conocido como voto del Rock o joven, este electorado empieza a desconfiar de la democracia, tampoco cree que pueda influir como colectivo en las propuestas políticas y aumenta en su seno el apoyo a las alternativas autoritarias. Este año apoyará a Hillary Clinton, que será aupada por los jóvenes hispanos y afroamericanos.
¿Qué quieren los conocidos como «millennials», en referencia a los nacidos a partir de 1980? ¿Van a acudir a las urnas? ¿Cómo se puede conseguir su apoyo? Durante décadas, los candidatos a la Presidencia de Estados Unidos se han hecho estas preguntas con el voto joven. Hasta los años 90, su participación era de menos del 40%. Tras aumentar en 2004, fueron decisivos para la victoria de Barack Obama en 2008 y 2012. Un estudio de la Universidad de Tufts que analizó la reelección del presidente demócrata reveló que, si el republicano Mitt Romney hubiese conseguido dividir mínimamente este electorado, le podría haber arrebatado la Casa Blanca.
Por ello, los candidatos de este año, Hillary Clinton y Donald Trump, los persiguen de cerca y analizan sus hábitos más allá de los estudios, que indican su preocupación por el medio ambiente y el uso de la tecnología. Las investigaciones han constatado que los «millennials» no confían en la democracia como sistema político y tampoco creen que puedan influir en las propuestas políticas que se dirimen en el Capitolio. También, que cada vez son más proclives a manifestar públicamente su apoyo a las alternativas autoritarias, según un informe publicado en el «Journal of Democracy» por Yascha Mounk, de la Universidad de Harvard, y Roberto Stefan Foa, de la de Melbourne. De este documento se desprende, además, que la crisis de la legitimidad democrática es mayor de lo que en un principio se había pensado.
En estos últimos días de campaña, más que Trump, que basa su estrategia en ganar el Estado de Florida, es la candidata demócrata, Hillary Clinton, la que se emplea a fondo en actos de campaña con los «millennials», que respaldaron en masa en las elecciones primarias a su oponente dentro de su partido, el senador de Vermont Bernie Sanders.
En un principio, suscitó sonrisas que el candidato más mayor –Sanders tiene 75 años– congeniase más con estos jóvenes que la ex jefa de la diplomacia norteamericana, de 69 años, o el republicano Trump, de 70, cuyas ideas de romper con Washington llamaron también su atención. El senador de Vermont, acusado de socialista, un insulto en Estados Unidos, se los ganó precisamente con nuevas propuestas en sanidad y educación públicas. Según la media de la promoción de 2016, cada estudiante tiene una deuda de 37.000 dólares (algo más de 33.000 euros) en préstamos universitarios. A la vez, tampoco les gustó que se les obligase con la reforma sanitaria de Obama, la conocida como «Obamacare», a adquirir un seguro médico, ya que pagan un 44% más que los asegurados más mayores, según un estudio del Centro de Investigación Pew.
Aun así, los jóvenes votarán a Clinton, según una encuesta realizada por el Harvard Institute. La ex secretaria de Estado mantiene una ventaja de 28 puntos sobre el candidato republicano en esta franja de edad. Según los datos del estudio de este centro, ubicado en Massachusetts, el 49% de los entrevistados se decidirá por Clinton, mientras que el 21% apoyará al hombre de negocios, el 14 al libertario Gary Johnson y el 5 a la candidata del Partido Verde, Jill Stein. A la vista de estos resultados, parece haber dado fruto la larga serie de actos de campaña de los últimos meses de Clinton con este electorado. Sin embargo, en su decisión sobre todo han influido los comentarios racistas de Trump y la controversia sobre las acusaciones de abuso sexual. Entre estos votantes, destaca el apoyo de los jóvenes hispanos y afroamericanos, que votarán en masa a la aspirante demócrata.
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