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Bruselas

El difícil equilibrio en el eje franco-alemán

La Razón
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El euro fue el primer, y sobre todo, proyecto franco-germano, no sólo político, sino también económico. Gracias a su cultura de estabilidad, Alemania tenía una moneda fuerte. En ocasiones, cuando el dólar estaba débil, el marco alemán era tan alcista que hasta penalizaba a los exportadores germanos en favor de sus competidores europeos. Alemania, por lo tanto, tenía interés en que Francia y otros países de la UE fijaran sus monedas. Por su parte, Francia tenía interés en tener una moneda más fuerte (un «franc fort»), pero carecía de una cultura de estabilidad. Había que ajustar el franco al marco, pero políticamente era difícil para Francia rendir su soberanía monetaria al Bundesbank. La unión monetaria era la manera de dar a ambos países lo que querían al transferir su soberanía monetaria a un banco central europeo y darle autorización a la estabilidad de los precios. Y así nació el euro. Desafortunadamente, justo antes de su creación, Alemania sufrió un golpe inesperado. En los primeros años del euro, fue duro para los «hombres enfermos de Europa»: pero Alemania dio la vuelta a la situación con un ajuste estructural y la ayuda de los países euro de la periferia. Las reformas de Hartz redujeron significativamente los costes de la mano de obra y Alemania recuperó su competitividad. En paralelo, la expansión de los países periféricos ,gracias a los flujos de capital en busca de oportunidad de inversión, ayudó a absorber el rendimiento alemán cuando las condiciones domésticas se atenuaron. Como resultado, el balance de la cuenta corriente alemana, que había sido negativo cada año desde la reunificación, se volvió positivo en 2002 y alcanzó más de un 5% en 2005, un nivel en el que se ha quedado. El crecimiento de las exportaciones transformó a Alemania en la «mujer sana de Europa» y hoy disfruta de prácticamente pleno empleo y presupuestos equilibrados.

¿Por qué han divergido tanto Francia y Alemania? Por sus distintas estrategias económicas, siendo la germana mucho más abierta, con unas exportaciones que significan más del 50% del PIB. Mientras que la de Francia, más cerrada, con unas exportaciones que casi no llegan al 27% del PIB, se queda incluso por debajo de Italia. Tanto Francia como Alemania deben cambiar su estrategia. Alemania debería expandirse en servicios y en su demanda interna. Francia debe reducir su dependencia en lo público y reducir los impuestos en el sector comercial. Una estrategia más equilibrada en los dos países es crucial para ayudar a los países periféricos a resolver sus propios apuros y asegurar la sostenibilidad de la zona euro.