Política

Crisis política en Italia

Monti: un adiós o un hasta luego

Dimite como primer ministro tras aprobar el Parlamento los Presupuestos de 2013. Revelará mañana si se presenta a las elecciones o si aspira a suceder a Napolitano.

Mario Monti, ayer en la factoría de Fiat
Mario Monti, ayer en la factoría de Fiatlarazon

No hubo sorpresas. La crisis política italiana siguió ayer el guión previsto. El primer ministro, el tecnócrata Mario Monti, presentó ayer su «dimisión irrevocable» al presidente de la República, Giorgio Napolitano, después de que la Cámara de Diputados aprobara los Presupuestos de 2013. El Senado ya lo hizo el jueves. «Il Professore» oficializó de esta manera una renuncia anunciada el 8 de diciembre tras perder el apoyo parlamentario del partido de Silvio Berlusconi, el Pueblo de la Libertad (PDL). Precisamente, la derecha respaldó «por responsabilidad» las cuentas públicas italianas para el próximo año, que fueron aprobadas por 309 votos a favor, 55 en contra (Liga Norte e Italia de los Valores) y cinco abstenciones.

«El presidente de la República recibió hoy [por ayer] al presidente del Consejo de Ministros, el senador Mario Monti, el cual, habiéndose concluido el recorrido parlamentario de los Presupuestos del Estado, ha presentado la dimisión del Gobierno que preside, ya anunciada como irrevocable», reza una nota oficial del Quirinal. «El presidente de la República ha tomado nota de la dimisión y ha invitado al Gobierno a permanecer en funciones para el despacho de los asuntos corrientes» hasta que se constituya el nuevo Ejecutivo.

Napolitano, que encargó hace trece meses a Monti la formación de un Gobierno técnico que salvara a Italia del marasmo financiero al que le había llevado «Il Cavaliere», se reunirá hoy con los líderes de los partidos políticos antes de disolver ambas cámaras del Parlamento y convocar elecciones anticipadas para el 24 y 25 de febrero.

Pero antes de acudir al Palacio del Quirinal a las 19.30, Monti presidió un último Consejo de Ministros en el que, entre otras medidas, se aprobó un decreto que impedirá presentarse a las elecciones a aquellas personas condenadas a más de dos años de prisión en sentencia firme.

Consumada la dimisión, permanece la incógnita de conocer el futuro político del ex comisario europeo de 69 años. De ahí que todos los ojos estén puestos en la tradicional rueda de prensa navideña que el primer ministro en funciones ofrecerá mañana a las once de la mañana. Se espera que sea entonces cuando Monti revele finalmente si se presenta como candidato a las elecciones, como le animan los centristas, la patronal, el Vaticano y sus homólogos europeos, o si decide conservar su perfil imparcial y optar a relevar a Napolitano, que concluye su mandato en mayo.

Los movimientos que respaldan la entrada en política de Monti son Futuro y Libertad para Italia, del ex aliado de Silvio Berlusconi y presidente de la Cámara Baja, Gianfranco Fini; la Unión de Democristianos y de Centro (UDC), de Pier Ferdinando Casini, y la Lista Italia Futura, del presidente de Ferrari, Luca Cordero di Montezemolo. Según un sondeo del diario «La Repubblica», en caso de presentarse, el senador vitalicio podría aportar 44 escaños al bloque centrista. Tras una año de impopulares decisiones, un 60% de los italianos rechaza que Monti concurra a las elecciones.

Por la mañana, durante un discurso al cuerpo diplomático, «Il Professore» reivindicó el balance del Gobierno durante trece meses «difíciles pero fascinantes». Ahora –explicó Monti– Italia es «más fiable, además de más competitiva y atractiva para los inversores extranjeros» y también ha permitido que la «situación de Europa y del euro haya mejorado notablemente». «He apreciado que el crecimiento no sólo ha sido en términos económicos, sino que también han aumentado el prestigio y la credibilidad del país», aseguró en su «último acto antes de la dismisión».

Horas antes, tras la misa celebrada por los empleados de la oficina del primer ministro, Monti no pudo evitar recurrir a su conocida ironía: «Hace un año, este Gobierno arrancó. Hoy [por ayer], sin embargo, no por culpa de las profecías mayas, tenemos que terminar nuestro papel».