Alemania
La ultraderecha alemana prepara su asalto al Parlamento
La AfD, lanzada en los sondeos, endurece su discurso islamófobo y patriótico en su primer congreso
El neoderechismo alemán, representado por Alternativa por Alemania (AfD), radicalizó hoy su discurso hacia un “patriotismo sin complejos”, envalentonado por su auge electoral y entre violentas protestas en la calle de manifestantes de izquierda.
El congreso para votar el primer programa electoral del partido euroescéptico, antiinmigración y de corte ultraderechista AfD (Alternativa para Alemania) se inauguró ayer en Stuttgart después de violentos disturbios y exaltadas protestas de unos 1.500 manifestantes contrarios a su política que se concentraron a las puertas del recinto ferial donde se celebraba el cónclave.
Las encendidas manifestaciones –que se saldaron con 500 detenidos de manera temporal por lanzamiento de petardos y quema de neumáticos– son fiel reflejo de la indignación que desata el partido más crítico con el islam, los refugiados y la gestión de la crisis migratoria de Angela Merkel. Los altercados, que retrasaron una hora la apertura del congreso, no lograron sin embargo inquietar al vicepresidente Alexander Gauland. «Sólo el hecho de que podamos estar aquí, cuando nadie lo creía hace unos años, es todo un triunfo», declaró.
Durante todo el fin de semana, los miembros de AfD llevan a debate un controvertido programa electoral, que contiene propuestas tan espinosas como la anticonstitucionalidad del islam, la desvinculación del euro o el reestablecimiento del servicio militar obligatorio. Un programa que llega sólo unos días después de que la diputada de este partido en el Parlamento Europeo, Beatrix von Storch, declarara el islam «incompatible con la ley fundamental» de Alemania, país en el que viven cuatro millones de musulmanes.
En este congreso se decidirá si finalmente se opta por prohibir los minaretes y almuédanos de las mezquitas musulmanas, los velos y burkas en los centros docentes y la construcción de mezquitas financiadas, todos ellos «símbolos de dominación islámica», según la líder de la AfD, la empresaria alemana Frauke Petry.
Se trata de la medida más radical propuesta hasta la fecha por el partido, que, además, contradice el principio básico alemán de garantizar la libertad de religión. «Claro que cada persona puede vivir su religión en privado, pero para ello no hace falta un minarete», se defendió Petry hace unos días, añadiendo que «a lo que nos oponemos es a estos iconos que pretenden propagar el islam por Europa». Dichas declaraciones que tachan al islam de peligro para la libertad y la democracia despertaron el enfado del Consejo Central de Musulmanes en Alemania, que se dispuso a atajar el problema invitando a Petry a participar en una reunión de la junta.
«Queremos saber por qué odia a los musulmanes», dijo Aiman Mazyek, presidente de la organización. Petry, no obstante, sorprendió a todos anunciando que aceptaría la oferta: «Hablar entre nosotros es mucho más importante que hablar los unos de los otros», apuntó. No obstante, la comunidad musulmana difundió ayer un comunicado en que denunciaba que «las medidas que la AfD pretende adoptar contra los musulmanes son comparables a las que un día Hitler llevó a cabo contra los judíos».
La AfD trata con este cónclave de definir una ideología política aún difusa y dar forma a un programa político calificado de «no realista» y «lleno de contradicciones» por el resto de formaciones. Esta primera propuesta de 78 páginas aboga por una vuelta atrás en cuestiones como la imagen de familia conservadora y una economía de base nacional que rechaza el euro como moneda única, envuelta en un tono altamente patriótico. También trata de rentabilizar en Stuttgart los réditos de su ideario antiinmigración, que fue apoyado en los últimos comicios regionales por un número creciente de ciudadanos conservadores en desacuerdo con la política de puertas abiertas de Merkel, después de que 1,1 millones de inmigrantes ingresaran en el país el año pasado. El propio vicepresidente Gauland reconoció que la crisis de los refugiados había sido un «regalo para la AfD».
Por su parte, Jörg Meuthen, copresidente de la formación, aseguró ante los 2.000 delegados que le ovacionaban que «representamos un nacionalismo sin complejos» y «ofreceremos resistencia a la llegada incontrolada de la inmigración y de otras culturas». Meuthen llegó a indicar que el idioma alemán sufre «violaciones lingüísticas» por la presencia de los exiliados y advirtió de que «dentro de unos años no reconoceremos nuestro propio país».
Luchas internas
Entre otras cuestiones que se anunciaron ayer, está la decisión de unirse al grupo del Frente Nacional francés en la Eurocámara y la elección del veterano Albert Glaser como candidato propio para la presidencia del país, cargo que se elige en 2017. También se estudiará la alianza con el partido FPÖ (Partido de la Libertad), que arrasó en las elecciones presidenciales de Austria hace una semana. AfD aprovecha asimismo su primera gran reunión para intentar solucionar la lucha de poder interna que viene arrastrando desde su fundación y tratar de definir una política dividida en dos líneas: la más dura y radical, representada por Petry y Gauland, y otra algo más comedida. «Debemos decidir quién será el candidato en las elecciones de 2017», anunció el vicepresidente recientemente, apuntando a su vez que «aquel que sea líder en ese momento, tendrá más posibilidades».
Aunque, hoy por hoy, Petry es la líder indiscutible del partido, su retórica islamófoba –y su respaldo al «uso de armas de fuego contra el refugiado»– la ha convertido en una figura rodeada de polémica que la ha llevado a un aislamiento por parte de sus socios. La preocupación por la AfD crece en el país a medida que su popularidad aumenta entre los sectores más radicales, como reflejaron los resultados de las últimas elecciones regionales. Esta controvertida formación política, que nació para protestar por la moneda común, ya está presente en la mitad de los 16 parlamentos regionales y los sondeos muestran una aceptación de más del 15%, de cara a las elecciones federales de 2017.
De la eurofobia a la xenofobia
A pesar de su corta historia, AfD ha sufrido un visible cambio desde que el economista Bernd Lucke lo creara como partido eminentemente euroescéptico. En un primer momento, no sedujo en exceso a los electores, aunque su estrategia cambió de forma radical al comenzar la crisis de los refugiados. A partir de entonces se ha convertido en el paño de lágrimas de muchas voces opuestas a la política migratoria de Merkel. Ha pasado a ser un partido antiinmigración, tanto que ha sido relacionado con el movimiento islamófobo Pegida. El propio Lucke se opuso a este giro, pero fue desplazado en julio de 2015 por la empresaria Frauke Petry, la actual líder de AfD. Tras el éxito de los últimos comicios regionales, los sondeos lo posicionan como tercera fuerza del país.
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