La amenaza yihadista
El terrorismo religioso del EI echa raíces
EE UU condena el genocidio de los yihadistas y critica que algunos países europeos usen la religión como excusa para rechazar a refugiados
Estados Unidos condenó ayer organizaciones y medidas que amenazan la libertad de culto en el mundo, entre ellas el «genocidio» del Estado Islámico (EI) en virtud de la fe, las leyes contra la blasfemia de muchos países y la restricción de los derechos religiosos con la excusa de combatir el extremismo. «Ningún país puede hacer realidad todo su potencial si se le niega a la gente el derecho de elegir libremente y practicar abiertamente su fe», afirmó el subsecretario de Estado estadounidense, Anthony Blinken, al presentar ayer el informe anual sobre la libertad religiosa en el mundo del Departamento de Estado, relativo a 2015. La principal novedad del informe, que EE UU elabora desde hace 18 años, es su denuncia de que algunos Gobiernos de Europa «expresaron preocupación por la entrada de inmigrantes y solicitantes de asilo por motivos religiosos» durante la llegada al continente el año pasado de decenas de miles de refugiados de Siria y otros países.
«En Hungría, el primer ministro enfatizó la importancia de defender los ‘‘valores cristianos de Europa’’, y algunos funcionarios de Eslovaquia retrataron a los musulmanes como amenazas potenciales a la seguridad y amenazaron con seleccionar sólo a refugiados cristianos», señala el documento. Pero el apartado más alarmante del informe es el dedicado al EI y al grupo yihadista nigeriano Boko Haram, que «siguieron estando entre los violadores más atroces de la libertad religiosa en el mundo» en 2015. En marzo, el secretario de Estado de EE UU, John Kerry, calificó por primera vez de «genocidio» las atrocidades cometidas por el EI con los yazidíes, cristianos y musulmanes chiíes en Irak y Siria, con el fin de aumentar la presión sobre el grupo y contribuir a una eventual investigación internacional sobre esos crímenes.
Según el informe, el EI cometió ese genocidio el año pasado con los «yazidíes, cristianos, chiíes» e incluso algunos suníes «en el territorio que controlaba, y fue responsable de actos bárbaros como asesinatos, torturas, esclavitud y tráfico de personas, violaciones y otros abusos sexuales». Sobre Boko Haram, que juró lealtad al EI en marzo de 2015, el informe indica que realizó ataques a «cristianos y musulmanes que denunciaron o se opusieron a su violenta ideología» en los países de la cuenca del lago Chad, con «montones de ataques a iglesias y mezquitas en los que a menudo mataban a fieles durante la misa». En Siria, la violencia alimentada por grupos como el EI o el Frente Al Nusra resultó «exacerbada por las acciones del Gobierno», que, según el informe, llegó a «matar, arrestar y abusar físicamente de suníes y miembros de grupos religiosos».
El informe destaca como una de las tendencias más preocupantes la existencia de «códigos legales que penalizan duramente la blasfemia y la apostasía», algo que es más predominante «en países musulmanes pero también existe en otros», según dijo el encargado de libertad religiosa, David Saperstein. De hecho, «aún hay cinco estados en EE UU que tienen en vigor leyes sobre la blasfemia», admitió Saperstein. Ese tipo de leyes «socavan Derechos Humanos universalmente reconocidos» e incitan a una violencia que afecta «particularmente a las personas que tienen menos poder y son más vulnerables en esas sociedades, como las mujeres, las minorías religiosas y los pobres». En el informe se destaca la trágica historia de Farkhunda Malikzada, de 27 años, que fue asesinada a golpes por una multitud en marzo de 2015 en Afganistán después de que un empleado de una mezquita la acusara falsamente de haber quemado el Corán. Aunque el crimen fue condenado por el Gobierno afgano y se juzgó y sentenció a varios de los responsables, en muchos otros países musulmanes «las pasiones asociadas con la blasfemia en la sociedad, que ya son mortíferas de por sí, quedan amparadas» por las leyes y las decisiones judiciales del país. EE UU cita como ejemplos de ello a Mauritania, Pakistán, Sudán y Arabia Saudí, país donde el bloguero Raif Badawi fue condenado a diez años de cárcel y mil latigazos por difamar al islam y el poeta palestino Ashraf Fayad fue condenado a muerte por apostasía, pena que se conmutó por ocho años de cárcel y 800 latigazos. También se destaca el aumento de regulaciones gubernamentales sobre ciertos grupos religiosos en muchos países, como Angola, Azerbayán, Arabia Saudí, China, Birmania y Baréin. Efe
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