Éxito
El socialista António Costa gana con una histórica mayoría absoluta en Portugal
El conservador Partido Social Demócrata quedaría en segundo lugar y Chega, el grupo de extrema derecha, irrumpe como tercera fuerza política
António Costa no solo salva el partido, sino que alcanza la mayoría absoluta. El socialista se ha impuesto este domingo como ganador incontestable de las elecciones legislativas en Portugal al lograr un 41,68 por ciento de votos. El Partido Socialista ha conseguido una histórica mayoría absoluta de 117 asientos. Es la segunda vez que el socialismo logra superar los 116 escaños, la barrera de la mayoría absoluta en una Cámara de 230.
Por detrás del PS se sitúa el conservador Partido Social Demócrata (PSD) con un 27,80 por ciento de apoyo y 71 asientos asignados, lo que confirma un retorno al bipartidismo con menos importancia de los partidos minoritarios. El partido de extrema derecha Bastaría ser la tercera fuerza política por primera vez con un 7,15 por ciento de votos y doce puestos.
Costa tuvo que convocar estas elecciones de forma anticipada al perder el apoyo de sus socios parlamentarios de izquierda, el marxista Bloco de Esquerda y el Partido Comunista, que han sufrido una notable caída en los comicios.
El “sorpasso” que se pronosticaba, en realidad, acaba por darse en la tercera posición, que tradicionalmente era de la izquierda que apoyaba a Costa y que ahora pasa a ser ocupada por formaciones de derecha y extrema derecha recientemente creadas. La plaza es para el ultraderechista Chega, que pasa de tener un 1% de votos y un diputado en 2019, cuando se estrenó, a hasta el 8% de sufragios, lo que le daría hasta un máximo de 14 diputados e Iniciativa Liberal, con hasta 7,7% de los votos y unos 15.
Iniciativa Liberal es la siguiente opción más votada (4,98 por ciento), seguida del Bloque de Izquierda (4,46 por ciento) y la Coalición Democrática Unitaria (CDU) que incluye al Partido Comunista de Portugal, que ha logrado un 4, 39 por ciento de votos. Detrás quedan el Centro Democrático y Social-Partido Popular, Personas-Animales-Naturaleza y Libre.
Son resultados que han acabado por sorprender a todos los partidos, tras días de sondeos que pronosticaban que estaba cerca el fin de Costa y que la mayoría absoluta era poco menos que un unicornio. Las primeras explicaciones a este desfase están en la alta participación, que ha sido la más elevada de los últimos años, pese a que el 10% de la población está aislada por covid y que la abstención es tradicionalmente un problema en el país. Todo parece haberse solventado, con una abstención inferior al 45% (fue del 51% en el 2019), también quizá por las medidas para que los confinados pudieran depositar su voto, y que consistían en la recomendación de ir a votar durante la última hora en que estaban abiertas las urnas.
Los detalles tardarán en cerrarse pero por ahora el horizonte se despeja hacia la formación de un gobierno de izquierdas en Portugalliderado por Costa, que llegaba con enorme expectación al hotel de Lisboa en el que ha seguido los resultados y entre los gritos de una pequeña manifestación de antivacunas que se realizaba a pocos metros de distancia. Aseguraba desear “que esta noche electoral sea esclarecedora sobre la voluntad del país para los próximos cuatro años” y destacaba la movilización. “Los ciudadanos han entendido que no son unas elecciones más, que son esenciales para el país”, comentaba.
“Parece claro que el PS ganó las elecciones, la responsabilidad de formar gobierno pertenece al Partido Socialista”, comentaba en televisión mientras seguía el conteo el actual ministro de Exteriores, Augusto Santos Silva, que pedía prudencia para ver “la dimensión de la victoria” y no excluía la posibilidad de cerrar pactos para asegurar la estabilidad de un futuro gobierno, precisamente la parte esencial para evitar que haya nuevas caídas de gabinete y que se pueda redactar unos Presupuestos para este 2022 y sobre todo, acometer la gran obsesión nacional: ejecutar los fondos europeos para dejar atrás la pesadilla covid.
Plazos y retos de nuevo gobierno
No existen plazos legales para que el Gobierno que surja de estas elecciones tome posesión. La Constitución establece que el primer ministro es nombrado por el presidente, que deberá primero escuchar a los partidos representados en el Parlamento “y teniendo en cuenta los resultados electorales”, una frase que la experiencia reciente del país ha demostrado ser muy laxa.
En cualquier caso, el proceder pasado del presidente, el conservador Marcelo Rebelo de Sousa, será el mismo que en 2019, cuando igualmente había prisa por formar Gobierno; entonces mantuvo cerca de diez reuniones en dos días, una urgencia que justificó en la necesidad de que el país estuviese preparado ante la inminencia del “Brexit”, de indudables consecuencias económicas para la economía lusa.
Ahora, con los fondos europeos llamando a la puerta, contar con un Ejecutivo es aún más imperativo y ya piensa en convocar encuentros martes y miércoles. Ejecutarlos será el mayor reto del Gobierno, sobre todo en un país profundamente centralizado y en el que solo existen dos regiones autónomas: los archipiélagos de Madeira y Azores. Es este escenario, vital para el país, lo que hace pensar que Rebelo de Sousa ejercerá toda su influencia para que todo se cierre a la mayor brevedad posible.
Una vez designado Costa por el jefe de Estado –y a espera de que se concreten o no pactos– , el primer ministro debe presentar su programa al Parlamento, donde no es obligatorio que lo someta a votación. La oposición tiene la prerrogativa de presentar mociones de rechazo al programa, que en caso de ser aprobadas implica la caída del Gobierno. Si nada de esto se produce, tras la presentación ante la cámara el Ejecutivo entra en plenas funciones.
En lo que va de siglo, los Gobiernos portugueses han tardado una media de 35 días en tomar posesión tras unas elecciones. Si se repitiera la rapidez de 2019, el nuevo gabinete asumiría el poder la última semana de febrero.
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