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Gani jura como presidente de un convulso Afganistán
Ashraf Gani juró hoy como presidente de Afganistán con retos como el recrudecimiento de la insurgencia talibán y una difícil situación financiera a pocos meses de la retirada de las tropas de la OTAN. La ceremonia de toma de posesión celebrada en el Palacio presidencial de Kabul marca el primer relevo democrático en la historia reciente del país asiático, tras un convulso proceso electoral de seis meses de duración.
Gani reemplaza a Hamid Karzai, presidente afgano desde la invasión de Estados Unidos que derrocó a los talibanes en 2001 y que asistió a la ceremonia de juramento, según mostró en directo la televisión local Tolo.
Tras un rezo musulmán, Gani (Logar, 1949) subió al escenario ataviado con un turbante negro para jurar el cargo y acto seguido hizo el juramento su vicepresidente Rashid Dostum, polémico exmilitar acusado de graves crímenes de guerra.
Tras ello, llegó el turno de Abdulá Abdulá, quien asumió su puesto como nuevo jefe del Ejecutivo, una figura por debajo de la autoridad de Gani, quien se impuso en los comicios con el 55 por ciento de los votos.
La inauguración del nuevo mandato llega tras un difícil proceso electoral en el que Abdulá acusó a Karzai, a la Comisión Electoral y a Gani de fraude electoral, una crisis que hizo temer por la estabilidad del país y la formación de un Gobierno paralelo.
Tras la intervención del secretario de Estado estadounidense, John Kerry, ambos candidatos acordaron una auditoría de los votos y la creación de un Gobierno de unidad nacional con la presencia de los dos políticos.
En su primer discurso como presidente, Gani pidió a los talibanes que se unan a una negociación política, tras el fracaso de intentos anteriores, y afirmó que luchará contra la corrupción.
"Sin paz la estabilidad es imposible", remarcó el nuevo mandatario.
Sin embargo, los talibanes afirmaron el pasado viernes que no negociarán con la nueva administración de Gani, porque es un "esclavo"de Estados Unidos "carente de poder (que) siempre protegerá los intereses"del país norteamericano.
Entre los primeros cometidos de Gani se encuentra la firma de un acuerdo de seguridad con Estados Unidos tras la salida de la misión de la OTAN, la ISAF, a finales de este mismo año.
Estados Unidos anunció que 9.800 militares permanecerán en territorio afgano hasta finales de 2016, a la espera de que se firme ese pacto con el nuevo Gobierno.
El conflicto afgano se halla en uno de sus momentos más sangrientos desde la invasión de Estados Unidos, que propició la caída del régimen talibán en 2001.
La violencia es especialmente cruenta con la población civil: en los seis primeros meses de este año, perdieron la vida 1.564 civiles, un 17 % que en la primera mitad de 2014, mientras que los heridos aumentaron un 28 % hasta los 3.289.
Los datos muestran una preocupante situación en el país asiático después de que el año pasado las fuerzas de seguridad afganas se hicieran responsables de la seguridad ante la retirada paulatina de la ISAF.
Mientras se celebraba la toma de posesión, una bomba causó cuatro muertos en la carretera del aeropuerto de Kabul y en la provincia de Paktia varios talibanes fallecieron en un enfrentamiento con las fuerzas de seguridad.
La economía es otro de los retos de Gani, hasta el punto de que el Ministerio de Finanzas ha tenido que negar los rumores en los medios locales de que el Gobierno no cuenta con fondos para pagar a sus funcionarios en el mes de octubre.
Dos tercios del presupuesto nacional afgano proceden de la comunidad internacional, sin la cual Kabul no podría mantenerse.
Gani se formó en universidades estadounidenses y trabajó para el Banco Mundial antes de entrar en política, forjándose una imagen de tecnócrata eficaz, experto en países en desarrollo y buen conocedor de las relaciones con Occidente.
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