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Gerardo Montenegro: «Hemos vivido tanto tiempo en la violencia que no sabemos vivir en paz»

Director del Comité de Cafeteros del Departamento del Cauca de la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia (FNC)

Gerardo Montenegro: «Hemos vivido tanto tiempo en la violencia que no sabemos vivir en paz»
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Gerardo Montenegro ha venido a España a presentar los buenos resultados del programa «Huellas de Paz» para mejorar la vida de los colombianos más afectados por el conflicto de su país.

–¿Cuántas familias se benefician del proyecto que representa?

–Es un programa desarrollado por la fundación española Humanismo y Democracia (H+D) y la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia. Con recursos de la Aecid, ha tenido como propósito la generación de capacidades e instrumentos con los cuales las comunidades cafeteras han puesto en marcha toda una estrategia para atender el postconflicto en Colombia. Es decir, una vez que tengamos la fortuna de la firma del acuerdo de paz, ya contamos con 20.000 caficultores preparados para vivir en paz y, sobre todo, para difundir a sus comunidades esta estrategia de trabajar en armonía y con desarrollo económico, de buscar y fortalecer sus derechos y así propiciar un verdadero desarrollo, inclusivo, con equidad, en el cual están todas las comunidades indígenas. Evidenciamos que 20.000 caficultores de manera directa y unas 30.000 familias de forma indirecta se ven beneficiadas.

–¿En qué zonas se está desarrollando el programa?

–En cuatro departamentos: Antioquia, Valle del Cauca, Cauca y Nariño. Es una zona muy amplia con muchas necesidades insatisfechas. Con este proyecto se generan mejores condiciones de vida y se generarán aún más.

–¿Por qué es tan fácil caer en la guerrilla? ¿No sólo son motivos ideológicos sino también, precisamente, económicos?

–Justamente, estas zonas son las más complejas del territorio colombiano. Tienen una alta deficiencia de servicios públicos: en la calidad de la educación, en dotación de agua potable, en vivienda rural... También serias dificultades en la generación de ingresos, y han sido excluidas de la participación de las políticas públicas al estar tan alejados. Obviamente, todo eso ha llevado a que la guerrilla se hiciera con esos territorios. El proyecto le da a la gente una nueva visión, una nueva oportunidad. En lo social, la gente comienza a unirse, a construir desde abajo una mejor proyección de vida. En lo económico, porque a través del café como hilo conductor –que, afortunadamente, es un cultivo que tiene un mercado asegurado a través de la FNC–, logran mejorar los indicadores y entonces prevenir lo que usted plantea. En estos territorios complejos es donde se asientan estos grupos ilegales y la vida aquí es muy difícil para los colombianos que las habitan.

–Mucha gente pensará que es más rentable plantar coca que café en sus terrenos. ¿Qué hacen para evitar esta tentación?

–La cooperación con H+D lleva ya 15 años. Los dos primeros proyectos se llamaron «Sembradores de paz», tenían un fuerte componente de educación. Ses enseñaba una visión distinta de un negocio como el café. Logramos que muchos jóvenes que estaban siendo llamados a ser parte de grupos ilegales, a través de la compra de tierras y el cultivo del café, la comercialización justa, tomaran la decisión de quedarse en la legalidad y no seguir fortaleciendo estas iniciativas que hoy tienen al país en una situación bastante complicada. Por eso ha sido tan importante la cooperación.

–¿Cómo ve el proceso de paz en Colombia?

–Los que hemos vivido en el campo –soy beneficiario de este proyecto– tenemos esperanza en el proceso de paz. Hemos vivido tanto tiempo en la violencia, que no sabemos cómo vivir en paz. Este proyecto nos ha preparado.