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Hollande I de Francáfrica

El presidente francés se da un baño de masas en su viaje a Mali. Miles de personas le agradecen el repliegue yihadista

El presidene francés a su llegada a Timbuktu (Mali)
El presidene francés a su llegada a Timbuktu (Mali)larazon

El presidente de Francia, Francois Hollande, aseguró hoy en Tombuctú que los "combates no han terminado"en el norte de Mali a pesar de la recuperación de esta ciudad y de la vecina Gao, que hasta el principio de esta semana estaban en manos de radicales islámicos.

Como un libertador. Casi como un héroe, fue recibido ayer François Hollande durante su viaje relámpago a Mali. Ni rastro alguno de resentimiento post-colonial, de injerencia de la antigua metrópolis. La población maliense no acogía a la Francia, «gendarme de África», sino a la Francia «salvadora». Primera bienvenida en Sévaré, donde el presidente interino, Dioncounda Traoré, aguardaba a su homólogo francés antes de emprender camino hacia Tombuctú, la ciudad de los 333 santos y Patrimonio de la Humanidad. Varios miles de habitantes esperaban su llegada, ataviados con camisetas tricolores, enarbolando la bandera gala y la enseña maliense o con retratos del dirigente socialista, que se dio un baño de multitudes desafiando incluso su propia seguridad cuando espontáneamente fue al encuentro de la muchedumbre. Ambos presidentes denunciaron, desde la que fuera un día capital espiritual del islam, la «barbarie» impuesta por los extremistas que durante casi un año han ocupado la localidad y sembrado el terror. Hace menos de una semana que Tombuctú era liberada y salía de la sombra. La euforia, el fervor y las manifestaciones de entusiasmo de la población borraban ayer las huellas de una larga pesadilla: el dominio de los salafistas y el imperio de la «sharía». Una ley islámica que los yihadistas han aplicado con mano de hierro. Obligando a las mujeres a cubrirse, prohibiendo los colegios mixtos y el fútbol, erradicando la música, los bailes, el tabaco y el alcohol de las calles. Flagelando a todo fumador que conculcara la norma y castigando a latigazos en la plaza pública a los adúlteros y a las parejas «ilegítimas». El sonido de los tam-tam y los «viva Francia» anunciaban al unísono el fin del «oscurantismo» bajo el que los habitantes del norte de Mali han vivido durante «meses y meses», celebraba ayer el presidente maliense, que con Hollande, y aclamados por los presentes, elevaban juntos sus brazos al cielo en señal de victoria. 3.500 militares franceses están desplegados en el país africano desde el inicio de la ofensiva contra los terroristas el pasado 11 de enero. François Hollande quiso felicitarlos y trasladarles el «orgullo» de toda la nación. También los instó a «tener cuidado» de sus vidas y a no cometer ni permitir ninguna infracción que pudiera empañar la misión, tras las denuncias de varias ONG sobre abusos cometidos por parte del Ejército de Mali. En su alocución, el gobernante galo evitó pronunciarse sobre una pronta retirada. «Hemos cumplido ya buena parte del trabajo, pero todavía no está del todo terminado», advirtió el presidente francés que también señaló que «el combate» tampoco ha finalizado. «Las autoridades malienses quieren recobrar la integridad territorial que les fue arrebatada y estaremos a su lado para, allí en la zona norte, acabar esta operación». En ese mismo sentido se expresó el presidente Traoré, agradeciendo la «eficacia» del Ejército galo y, sobre todo, contando con Francia para acometer la segunda fase de esta misión, sin duda la más incierta: «dar caza a los terroristas». Sin embargo, Hollande volvió a recalcarlo ayer: «No tenemos vocación de permanencia aquí, puesto que nuestros amigos africanos van a hacer el trabajo». La incógnita aún sin resolver es cuándo la fuerza africana de intervención podrá desplegarse en el país. Si la mayoría de los franceses apoya la operación en Mali, no vería, sin embargo, con buenos ojos que la presencia de sus militares acabara perpetuándose. Sin aventurar una fecha, Hollande aseguró que el relevo se producirá «en unas semanas». Su visita también tenía como objetivo instar a las autoridades de Bamako a abrir rápidamente el diálogo con las diferentes fuerzas políticas, incluidos los rebeldes tuareg de Kidal, aliados arrepentidos de los yihadistas y defensores de la autonomía del Azawad, para sellar la reconciliación nacional. Durante su estancia en Tombuctú, Hollande denunció la «voluntad de destruir» de los insurgentes islamistas, que asolaron mausoleos e incendiaron bibliotecas con importantes manuscritos. En la plaza de la Independencia de Bamako y ante un millar personas, el presidente francés concluyó su viaje con un discurso de tintes autoexpiatorios. «Estamos pagando hoy nuestra deuda con vosotros», declaró y confió a la multitud estar viviendo «el día más importante de mi vida política». Ambiguo respecto al tiempo que Francia permanecerá en Mali, reconoció que «el terrorismo ha sido apartado, pero todavía «no ha sido vencido».