Elecciones en Italia
Italia, ante el peligro de los pactos imposibles
La alianza más estable sería entre Bersani y Monti, pero no se descarta que hoy cierren las urnas sin un ganador claro
Los colegios electorales en Italia cierran sus puertas a las 15.00 hora local (14.00 GMT) al finalizar el segundo día de elecciones generales en las que ha predominado la baja participación.
Son extrañas las elecciones italianas, en las que se votó ayer y hoy hasta las tres de la tarde. De las cuatro opciones más significativas que pueden elegir los votantes, sólo una tiene definido quién será primer ministro si gana. Es el izquierdista Partido Democrático (PD), quien con su líder, Pier Luigi Bersani, veterano parlamentario y con amplia experiencia de Gobierno, supone la opción más convencional a la hora de meter la papeleta en las urnas. Después está la lista centrista liderada por un técnico metido a político, Mario Monti, jefe del Gobierno saliente y que no ha terminado de despegar como candidato indirecto pese al aval de Europa.
Las otras dos significan experimentos más o menos arriesgados: el Pueblo de la Libertad (PDL), del manido Silvio Berlusconi, quien afronta las elecciones en su momento más bajo, y la alternativa prometedora o populista, según se mire, del histriónico cómico Beppe Grillo y su Movimiento 5 Estrellas (M5E). Con este panorama parece lógico que más de quince millones de electores (un 30% del total) no hayan decidido su voto hasta el final. Una parte importante de estos indecisos optará por quedarse en casa, lo que en principio podría hundir más a Berlusconi. Aunque ha desplegado promesas explosivas y ha multiplicado sus apariciones televisivas, «Il Cavaliere» tiene muchas posibilidades de ser el más castigado respecto a los comicios de 2008. Las últimas encuestas auguraban al PDL cerca de un 20% de los votos, 17 puntos menos que hace cinco años. El dato de participación registrado ayer parece dar la razón a los analistas políticos que advertían del riesgo que suponían los indecisos. A las diez de la noche había votado el 55,18% de los electores, una cifra sensiblemente más baja que en la precedente cita electoral a la misma hora, cuando se alcanzó el 62,55% del censo.
En un indicio más de que su tiempo parece haber tocado a su fin, «Il Cavaliere» fue el único líder abucheado ayer mientras votaba. La protesta corrió a cargo de tres militantes extranjeras del movimiento internacional Femen, quienes increparon al magnate y mostraron con los pechos desnudos una inscripción en su cuerpo que decía «Basta Berlusconi». Pese al frío y la nieve que sufrió su región, Emilia Romaña, Bersani pudo votar con tranquilidad. La normalidad fue también la tónica general en el caso de Monti y del líder de la Liga Norte, Roberto Maroni. A diferencia de lo que ocurre en la mayoría de naciones occidentales, la incertidumbre no acabará cuando se conozcan hoy los resultados. Como tantas otras veces en Italia, también en esta ocasión tras el voto empezará el baile de las alianzas. El único que no parece dispuesto a formar parte de la danza es el M5E; el resto probará distintos compañeros para intentar catar el poder.
En principio, la pareja mejor colocada para llegar al Gobierno es la que formarían Bersani y Monti. Aunque obviamente depende del resultado que obtengan, el centro y la izquierda parecen condenados a entenderse. Sería una reedición parcial de la alianza que ha sostenido a «Il Professore» durante los trece meses de su Gobierno técnico, en los que ha estado apoyado por el PD, la formación centrista UDC (hoy englobada dentro de la coalición liderada por Monti) y el PDL. Debido a los condicionantes de la ley electoral, bautizada como «cerdada» por su propio autor, Roberto Calderoli, es previsible que Bersani necesite el apoyo de «Il Professore» para lograr la mayoría en el Senado, la Cámara parlamentaria que más se le resistirá. Algunos comentaristas políticos advierten de que existe la posibilidad de que las elecciones acaben sin un ganador claro y con fuerzas más o menos igualadas. Quedará todo entonces en manos de la cintura diplomática de sus líderes y de su capacidad para tejer alianzas. El nacimiento de nuevas coaliciones tampoco garantiza la estabilidad, pues son variados y recientes los casos de Gobiernos que mueren antes de tiempo porque los antiguos amigos pasan de un día para otro a convertirse en enemigos. Nos encontraríamos, por tanto, ante una legislatura corta, algo por otro lado habitual en Italia, donde de media ha habido un Gobierno nuevo cada año desde que acabó la II Guerra Mundial.
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