Unión Europea
Jean Claude Piris: «A Reino Unido le llevaría cinco años renegociar sus relaciones con la UE»
Jean Claude Piris / Ex director general de los Servicios Jurídicos de la UE. Advierte de que si Londres quiere permanecer en el Mercado Único deberá aplicar la ley europea sin influir en ella.
Advierte de que si Londres quiere permanecer en el Mercado Único deberá aplicar la ley europea sin influir en ella
Jean Claude Piris es una de las voces más autorizadas a la hora de esbozar el que puede ser el futuro de Reino Unido fuera del bloque comunitario. Actualmente trabaja como consultor privado especializado en Derecho Comunitario e Internacional, pero desde 1988 a 2010 fue juriconsulto en el seno de las instituciones comunitarias. Director general del Servicio Jurídico del Consejo y partícipe en la redacción de los tratados de Maastricht, Ámsterdam, Niza y Lisboa y de la fracasada Constitución europea.
–Usted participó en la redacción del Tratado de Lisboa, en el que por primera vez, a través el artículo 50, se aporta un encaje legal a la salida de un miembro de la UE. Durante esas negociaciones, ¿creía que esto podría suceder?
–No, la verdad es que no estaba políticamente previsto. Simplemente, se incluyó este artículo porque anteriormente había formado parte del proyecto de Constitución Europea. Se quería poner el Tratado en línea con la realidad porque había una discusión entre juristas sobre si era legalmente posible abandonar la Unión o no. La idea era asegurar que si un Estado quería irse, hubiera un procedimiento que impidiera una catástrofe europea y un abandono en 24 horas. Lo importante era establecer este procedimiento con una duración de dos años
–Estos dos años empiezan a contabilizarse una vez que el Estado envía una carta a los miembros del Consejo en la que oficializa esta petición de salida En los últimos días se dice que el envío de esta carta podría retrasarse con el fin de ganar tiempo...
–Legalmente esto es posible y no está excluido porque el camino de salida del artículo 50 no es el referéndum en sí mismo. Este camino comienza con la notificación por parte del Gobierno británico. Cameron puede decidir enviar una carta inmediatamente el día 23, sería sorprendente porque se esperan turbulencias políticas y el «premier» puede dimitir, lo que retrasaría las cosas y podría plantearse una convención de su partido, lo que también dilataría el proceso. Legalmente, no se obliga a la inmediatez a la hora de hacer esta notificación, pero política y económicamente no sería conveniente esperar demasiado. Las cosas se podrían retrasar varias semanas o meses, pero no es del interés ni de Reino Unido ni de la Unión Europea el esperar indefinidamente.
–Si hay Brexit, ¿Otros países secundarán a Reino Unido?
–No en el corto plazo, pero lo que es seguro es que va a influir, hay muchos movimientos nacionalistas, antiglobalización y también antieuropeos en auge: el Frente Nacional en Francia y otros partidos de este tipo en Países Bajos, Dinamarca o Finlandia. No creo que en el corto plazo podamos esperar a otro país siguiendo este ejemplo, pero será muy malo políticamente y psicológicamente para la Unión Europea. Creo que Bruselas debería reaccionar para hacer ver a los ciudadanos que puede hacer acciones concretas para luchar contra problemas como el desempleo y la inmigración ilegal.
–¿Este proceso podría influir en otros territorios que han celebrado o quieren celebrar referendos de independencia como Escocia o Cataluña?
–Sí en el caso de Escocia, pero no en el de Cataluña, que no podría ser candidata como país independiente a ingresar en la UE en contra de la Constitución del país al que pertenece. Esto estaría en contra de los principios del Derecho y una de las condiciones del Tratado es que todos los países candidatos respeten plenamente la legalidad. Por eso no habrá contagio hacía Cataluña porque no está en la misma posición que Escocia.
–¿La reacción europea incluiría cambios en los tratados para profundizar la integración?
–No creo que haya ninguna posibilidad de cambios en los tratados. Necesitamos 28 gobiernos firmando lo mismo y 28 parlamentos y algunos referendos, al menos en Irlanda y Dinamarca. Es imposible ahora políticamente, la gente no está a favor de la UE. Sería bueno en términos políticos y económicos reforzar la zona euro porque los fundamentos de la moneda única en los tratados no son suficientes. Todo el mundo lo sabe y necesitamos tener un mayor equilibrio de poderes en los países de la divisa común, pero es imposible porque los Gobiernos y las opiniones públicas nacionales no están a favor de dar más poder al centro. Políticamente no es viable ni en el corto ni en el medio plazo.
–Se habla de varias salidas para Reino Unido si al final hay divorcio. Se equipara su posible relación con los socios europeos con la de Noruega, Suiza o Turquía. ¿Cuál es la más viable?
–La cuestión no es si vamos a ser amables o no con Reino Unido porque tenemos nuestros límites. No podemos ofrecer a un país, considerado «tercero» si triunfa el Bréxit, ser miembro del Mercado Común y a la vez participe del proceso de decisiones. Si quieres permanecer en el Mercado Común tienes que aceptar ser como Noruega y decir «sí» a las leyes europeas sin intervenir en ellas, que es bastante difícil para países como Liechtenstéin, Islandia o Noruega, pero que sería horrible para Reino Unido si se impone el Brexit. No puedes decir a la gente que vas a salir de la Unión Europea, pero que a la vez vas a tener que permanecer atado a sus normas: sin miembros en el Consejo, la Comisión y el Parlamento. La Comisión Europea propone las leyes y el Consejo y el Parlamento las adoptan. No creo que Noruega o Suiza puedan ser un ejemplo para la situación británica. La solución tampoco sería equiparable al estatus de Turquía. Creo que lo más probable sería negociar un acuerdo comercial con la UE semejante al acuerdo con Canadá, que aún no ha entrado en vigor, o el que se negocia con EE UU.
–¿De cuánto tiempo estamos hablando?
–Cuando la carta de salida haya sido enviada por David Cameron o por Boris Johnson o quienquiera que sea el primer ministro de Reino Unido, la puerta de salida dura dos años. Se puede extender un año por la unanimidad de los veintisiete miembros restantes. Se negocia sólo el divorcio, lo que significa el pasado y el presente y lo que hay que arreglar en este periodo de tiempo: derechos de los ciudadanos, competencia, ayudas de Estado... Después, cuando Reino Unido esté fuera, el proceso de renegociación de las relaciones comerciales y otros temas duraría al menos cinco o seis años más y Londres debería negociar no sólo el acuerdo con la Unión Europea, destino de la mitad de los bienes que exporta, sino también debería entablar conversaciones con otros países del planeta de cuyos acuerdos comerciales Londres se beneficia como miembro del «club» comunitario y cuya vigencia desaparecería con su salida.
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