Política

Último adiós en Newtown

La madre del asesino se preparaba para el fin del mundo

Nancy Lanza había almacenado comida, agua y armas por miedo a un colapso económico. Cuando Adam tenía diez años, aconsejó a su canguro que «nunca le diera la espalda»

Una familia acude a despedir a Jack Pinto, de seis años, una de las víctimas de Sandy Hook, ayer en Newtown
Una familia acude a despedir a Jack Pinto, de seis años, una de las víctimas de Sandy Hook, ayer en Newtownlarazon

Nancy Lanza, de 52 años, quizá sabía que algo malo iba a ocurrir. Hace días le dijo a un amigo, que ha preferido no revelar su identidad, que «creo que le estoy perdiendo [por Adam Lanza]». Estaba en «My Place», el bar de este pequeño pueblo de Co-nnecticut donde la estadounidense iba a tomar cervezas. Ese día, se había tomado unas cuantas. Y Nancy habló de Adam, del que no solía dar muchos detalles. Prefería contar cosas de su otro hijo, Ryan, el mayor, que tiene 24 años y fue al que se atribuyó en un primer momento la autoría del tiroteo. En cambio, esa noche habló de Adam. «Nancy estaba preocupada. Me dijo días antes de esta tragedia que había visto a Adam quemarse con un mechero. No sé si en los brazos o en los codos. Le pregunté si le iba a conseguir ayuda, y me dijo que sí», recuerda el vecino de Newtown.

Considerada una «survivalist», era miembro de un grupo que cree en el fin del mundo. Los «survivalists» suelen almacenar comida, agua y pistolas; ella se obsesionó con que la humanidad estaba al borde de un final violento y del derrumbamiento del sistema económico. Nancy había cambiado con el paso de los años. Y el otro día en el bar estaba al límite.

Otros amigos relatan que en otra ocasión, cuando el chico estaba enfermo, no dejó que su madre entrase en su habitación. Y Nancy decidió dormir en la alfombra en la puerta del dormitorio del joven. Procuraba hablar poco de Adam. Pero todo era muy extraño. Nancy siempre vivió preocupada por su hijo. Era como si intuyese que algún día iba a ocurrir algo de lo que hubiese que lamentarse después. Aun así, sobreprotegía a su hijo. ¿Qué iba a hacer si no? Su canguro, Ryan Kraft, recuerda que tenía unas instrucciones algo escalofriantes cuando tenía que cuidar del niño. Entonces, tenía sólo nueve años. Pero su comportamiento era bastante raro. Y ahora todo encaja. Así, cuando Kraft escuchó el viernes lo que había pasado, empezó a mover la cabeza y recordó los momentos en los que se hizo cargo del niño. Nancy le dio instrucciones muy claras y precisas: «Vigílale siempre. Nunca le des la espalda. No vayas al baño o algo parecido», insistía siempre. Kraft explicó que «cuando hacíamos algo, ya fuese jugar con los Legos o videojuegos, estaba muy concentrado», indicó sobre Adam Lanza, quien sufría una anomalía que no le permitía sentir el dolor físico.

A los 16 años, Nancy Lanza decidió sacarle del colegio. Había discutido demasiado con el director y los profesores de la Escuela Secundaria de Newtown, donde Adam cursaba sus estudios. Pero éstos estaban muy preocupados y decidieron asignarle un psicólogo. Ahora pensaba en trasladarse al Estado de Washington, al otro lado del país. Quizá, Carolina del Norte, para inscribir a Adam en un instituto nuevo. Conforme avanza la investigación y conocemos más detalles de los últimos momentos de la vida de los 20 niños, surgen más preguntas sobre el autor de la tragedia, Adam Lanza, de 20 años, y su madre Nancy. ¿Por qué un chico con estos problemas mentales tenía acceso a todas estas armas? ¿Por qué su madre compró un rifle semiautomático que utilizan las tropas estadounidenses para cazar terroristas del Al Qaeda?

Adam ocupaba dos habitaciones de la casa en la que vivía con su madre. Todo apunta a que usaba un cuarto para dormir y ahí tenía su ropa, mientras que en el otro almacenaba sus pertenencias, incluido su ordenador. Dos agentes al frente de la investigación reconocieron ayer que el disco duro del ordenador de Adam había sido arrancado y roto en pedazos. Parece una pieza clave de la investigación, por lo que lo que se ha recurrido a los forenses expertos en electrónica del FBI para examinarlo. Los agentes podrán determinar si actuó realmente solo, cómo lo planeó, si consiguió toda la munición a través de internet... El hecho de que lo haya destruido le da más importancia.

El teniente de la Policía de Connecticut, Paul Vance, indicó ayer que el chico «tenía cientos de balas». Estaba dispuesto a matar a todos los niños del colegio, donde los vecinos han llevado 20 árboles de Navidad adornados con peluches en recuerdo de los pequeños.

Mientras, ayer tuvieron lugar los dos primeros funerales de las víctimas de esta tragedia en Sandy Hook en memoria de Noah Pozner y Jack Pinto, ambos de 6 años. El servicio de Pozner se produjo en Fairfiel, localidad vecina. Sus restos mortales recibieron sepultura en el cementerio de B' nai Israel en Monroe. La ceremonia en recuerdo de Pinto se realizó en el tanatorio de Honan y el entierro fue en el cementerio de Newtown.